Cuadernos de otros cursos

miércoles, 3 de diciembre de 2008

La ganadería en Tecate Baja California: El toro cebú y su vinculación con el entorno local

Por Alfredo Ochoa Alamos


“Cuando me muera, como te agradecería
que pusieras en mi tumba, dos botellas
de mezcal…”
[1]


Introducción

Este proyecto, tiene como propósito principal, conocer los antecedentes históricos de la ganadería en la ciudad y municipio de Tecate Baja California, desde su concesión en 1833 hasta la actualidad, además analizar a grandes rasgos las características biológicas particulares del toro cebú, sus usos en la ganadería, costumbres y prácticas culturales en torno a esta especie; así como su vinculación y arraigo en las rancherías locales.
Tecate, es el cuarto municipio del Estado de Baja California, colinda al oeste con el municipio de Tijuana, al este con Mexicali y al sur con Ensenada, al norte limita con los Estados Unidos, específicamente con las poblaciones de Tecate California (Tecatito) y Dulzura, pertenecientes al condado de San Diego. La geografía y clima de Tecate, son muy característicos, ya que posee un clima conocido comúnmente como “mediterráneo”, pues se sitúa dentro de la franja del mar Mediterráneo ocasionando condiciones climáticas similares en los lugares que se encuentran dentro de esta línea alrededor del mundo. Las lluvias son escasas y su temporada es en el mes de enero; es decir durante el invierno, su clima es contrastante y extremoso, pues en los meses de diciembre a mayo se llegan a registrar bajas temperaturas acompañadas por nieve, agua nieve o granizo, mientras que en el verano se registran temperaturas muy altas. Estas condiciones climáticas se acentúan aun más, ya que Tecate se encuentra en una cañada, “cercada” por una de las montañas más representativas y sagradas para la comunidad indígena kumiai: el Cuchumá. El municipio, a pesar de no contar con ríos visibles, cuenta con corrientes subterráneas; su agua es rica en minerales y la forma principal de obtención es por medio de pozos. Por las condiciones antes descritas, las prácticas ganaderas pueden llegar a dificultarse en algunas temporadas del año, por ello, algunas especies se adaptan más que otras a las condiciones geográficas del municipio. El toro cebú, es un ejemplo de ello.

El toro cebú, es una especie que tuvo gran arraigo en España desde antes de la conquista, llegó a América en tiempos de la colonia y aun en nuestros días tiene una presencia importante en el centro y sur del continente americano. El cebú es un mamífero bovino parecido al buey, caracterizado por tener sobre el lomo una o dos jorobas, se caracteriza por ser de la familia de los rumiantes, y por sus prominentes cuernos formados por una prominencia del hueso frontal y una envoltura córnea. Por sus características propias, le permiten fácilmente adaptarse al medio y condiciones climáticas locales.
Considero que el toro cebú y la ganadería local, llegan a formar parte del patrimonio cultural del municipio de Tecate, pues ha formado parte importante en la historia del mismo y en el desarrollo de las actividades económicas de la ciudad a través de los años y las diferentes épocas. Esta especie, se inserta dentro del contexto de la ganadería, llegando a tener un gran significado ya sea histórico o emocional para todos aquellos pobladores de antaño y sus descendientes porque sus vidas se vieron y se han visto inmersas en este tipo de prácticas ganaderas. Tecate, es una ciudad con gran tradición ganadera, incluso, el escudo de armas del municipio, llegó a incluir la imagen del toro cebú en el frente inferior izquierdo, por considerársele elemento representativo de la ciudad. Motivos por los cuales, considero importante conocer y rescatar estos elementos que nos hablan de nuestro presente pero también de nuestro pasado.
Para mi, las prácticas ganaderas como tales y el toro cebú, a pesar de ser palpables y tangibles, considero que pertenecen al tipo de patrimonio intangible, ya que su desarrollo se ha efectuado no solamente tocándolo, comercializándolo o en las prácticas ganaderas como el rodeo y el herraje, sino en gran medida se ha preservado en el imaginario de la población, siendo uno de los referentes identitarios sociales locales más clásicos, creando un concepto muy particular de ellos, que en ocasiones podría parecer hasta romántico.
Antecedentes históricos

5 de mayo de 1926

Posterior a la Independencia de México respecto a España, en 1821, comenzó en la región de las Californias el proceso de secularización de las tierras misionales, que se intensificó con más fuerza después de la promulgación de la Constitución general de 1824; dicha secularización se llevó a cabo entre los años de 1822 a 1833, aproximadamente, por considerarse como concluida la labor misional[2] con los diferentes grupos indígenas del país. Los pocos ranchos existentes en manos de ex soldados que prestaron servicio en los presidios y misiones, comenzaron a consolidarse; algunos otros, comenzaron a formarse en las regiones más productivas y fértiles del actual norte de Baja California. Hacia 1830, un grupo político, militar y económico de gran importancia, situado en San Diego, entre los que encontramos a los Machado y Arguello, comenzó a solicitar predios en los municipios de Tijuana, Tecate, Ensenada y Rosarito, específicamente en los sitios donde se encontraban las misiones, ya que, como se mencionó anteriormente con el proceso de secularización, las tierras misionales comenzaron a concesionarse a diferentes personas, que así lo solicitaban. Es de esta manera que en 1833, Juan Bandini, obtiene del gobernador José María Echeandía, la concesión de la cañada de Tecate, para la agricultura, cría de ganado y la plantación de árboles frutales[3], concediéndole para tales fines cinco sitios de ganado mayor. Bandini, solicitó a la misión de San Diego un pie de cría de ganado e inició un proceso de transformación del lugar de tierras de indígenas salvajes (kumiai) a poblado a través de dos ejes; el primero de ellos el de la agricultura y el segundo el de la ganadería. Según menciona la Maestra Bibiana Santiago:

“El ganado era la más importante de las actividades económicas de los rancheros; la carne era la comida principal; con las pieles hacían sillas, zapatos y hasta bisagras; los cuernos daban protección coronando las bardas de adobe del pueblo de San Diego. La vía de comercio era con los mercaderes de los barcos que llegaban al puerto de San Diego procedentes de Boston. Las embarcaciones regresaban con cueros de ganado después de desembarcar perfumes, zapatos, bandas de seda, rebozos, ropa de lana y utensilios.” [4]

A partir de 1848, principalmente, a raíz de la fiebre del oro en California (Estados Unidos), muchos rancheros que se dedicaban a la cría y producción de ganado, fueron ampliamente beneficiados de este fenómeno conocido como los placeres de oro, ya que, los campos mineros comenzaron a demandar carne[5] en grandes cantidades, así como varios productos que son derivados del ganado vacuno. En este tiempo, además del rancho de los Bandini, se crearon algunos otros en Vallecitos, Valle de las Palmas, Nejí, Jacumé, San Valentín, Tanamá, Las Juntas y San Rafael, y donde los nombres de Jorge Ryerson, Rafael Serano, los hermanos Gilbert, y las familias Adams y González, se hicieron presentes en la actividad ganadera regional (Cabe destacar que varios de los ranchos y familias propietarias de los mismos, actualmente siguen poseyendo dichas propiedades y desarrollando actividades ganaderas, además de que su apellido son de gran renombre por su amplia tradición ganadera). Tal fue el impacto de la demanda de ganado, que para 1856, según se muestra en una relación regional de criadores de ganado vacuno en el Partido Norte de la Baja California, Juan Bandini tenía en su poder 800 cabezas de ganado, mientras que ganaderos como Jorge Ryerson contaban con 2, 500 cabezas de ganado, lo que me hace suponer, el gran auge ganadero y la demanda de esta actividad económica, durante la segunda mitad del siglo XIX.

Pasada la fiebre del oro en California, se encontraron algunas vetas en el Partido Norte, entre las que destacan Real del Castillo y Tanamá, motivos por los cuales, los rancheros tecatenses siguieron comercializando sus productos y ganado sin ningún problema, además, pese al establecimiento de la nueva frontera entre México y los Estados Unidos posterior al Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, los lazos familiares, económicos y comerciales, se encontraban estrechamente vinculados de uno y del otro lado de la frontera, por ello, se siguieron entablando compra ventas principalmente con el Puerto de San Diego.

Toro Cebú

Consideraciones finales


Sin duda alguna, las ganadería dejó y ha dejado de convertirse sólo en una parte de la actividad económica tradicional, sino que al pasar de los años, se ha ido transformando y enriqueciendo, pues posee un arraigo sumamente importante en esta ciudad y municipio. Esta actividad vive, convive y se preserva día a día, no sólo en los ranchos mencionados anteriormente, sino que se afirma y se presume en los bailes, bodas y quince años, en los desfiles y actos cívicos, y en fin en cualquier actividad social y cotidiana. Esta cultura ganadera es palpable, esta cultura donde los pantalones de mezclilla son Wrangler, se usa texana, y camisa de cuadros, sin faltar el cinto pitiado, y la hebilla de plata; que entre más grande sea, demuestra el respeto al campo y al ganado, pues constituye la fuente de vida e ingresos personales y familiares.


La ganadería, es una imagen muy frecuente en la ciudad de Tecate, esta imagen, se ha quedado grabada en la memoria social y sin duda alguna seguirá haciendo historia. Las prácticas ganaderas a la par con el toro cebú, son una fusión de elementos que no pueden y no deben dejar de lado al vaquero, quien es el encargado de transmitir este conocimiento a los más jóvenes; donde el amor a la persona amada se canta con la flor de capomo, de Carlos y José, la tristeza, el dolor y la soledad con no hay novedad, de Los cadetes de Linares y la nostalgia del pasado se recuerda con la botella, siempre y cuando sea la versión de Miguel y Miguel. Los amigos se reencuentran alrededor de la fogata, la barbacoa y la carne asada; los recuerdos surgen con el frío de las tecates, los niños se divierten con los potrillos y las mujeres confeccionan vestidos que serán usados por los jóvenes en los bailes de cuadrillas. La escena familiar se ve completada con los amigos, que debajo del olivo o el encino, alrededor de las pacas de alfalfa, se dan cita para escuchar al taca taca, es decir al conjunto norteño, quienes son los encargados de amenizar el encuentro con cruz de olvido o tragos amargos, y donde el silencio se verá rasgado por el acordeón y el bajo sexto.

La figura del toro cebú reúne a familiares y amigos, a propios y extraños, se le respeta y agradece, se le cuida y alimenta y junto con los demás animales del corral, constituyen un referente cultural con el cual varios vecinos de la ciudad nos podemos identificar e incluso sentir orgullosos.


Escudo de la ciudad de Tecate


[1] Araujo, Felipe Bermejo, La botella. Interpretada por Miguel y Miguel, 2004.
[2] León Velasco, Lucila del C. y Magañana Mancillas, Mario A., "El periodo misional, 1697-1849", en Samaniego López Marco Antonio (coord.), Breve Historia de Baja California, UABC, 2006.
[3] Ramírez López, Jorge, "Tecate", en Piñera Ramírez, David (coord.), Panorama Histórico de Baja California, Centro de Investigaciones Históricas UABC, 1983.
[4] Santiago Guerrero, Bibiana L., La gente al pie del Cuchumá; memoria histórica de Tecate, Instituto de Investigaciones Históricas UABC y Fundación La Puerta A.C., 2005.
[5] Jesús Ruíz, María, "Aspectos económicos en el Partido Norte, 1849-1888", en Velásquez Morales, Catalina (coord), Baja California; un presente con historia, tomo 1, Instituto de Investigaciones Históricas, UABC, 2002.

Bibliografía
1. Espinoza Valle, Víctor Alejandro, Don Crispín; una crónica fronteriza, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto de Cultura de Baja California, México, 2001.
2. Jesús Ruíz, María, “Aspectos económicos en el Partido Norte, 1849-1888”, en Velásquez Morales, Catalina (coord), Baja California; un presente con historia, tomo 1, Instituto de Investigaciones Históricas, UABC, 2002.
3. León Velasco, Lucila del C. y Magañana Mancillas, Mario A., “El periodo misional, 1697-1849”, en Samaniego López Marco Antonio (coord.), Breve Historia de Baja California, UABC, 2006.
4. Ramírez López, Jorge, “Tecate”, en Piñera Ramírez, David (coord.), Panorama Histórico de Baja California, Centro de Investigaciones Históricas UABC, 1983.
5. Santiago Guerrero, Bibiana L., La gente al pie del Cuchumá; memoria histórica de Tecate, Instituto de Investigaciones Históricas UABC y Fundación La Puerta A.C., 2005.

lunes, 1 de diciembre de 2008

El día de muertos en la construcción de identidades en Tijuana B.C. Un acercamiento a las costumbres fúnebres.

Por García Zapata Adriana y Torres Nodal Melissa


El 2 de noviembre, mejor conocido como Día de Muertos, es una celebración mexicana que tiene como propósito recordar y honrar a aquellas personas que han dejado de existir. La celebración comienza el 1de noviembre, pues es en esa fecha cuando se recuerda a los pequeños difuntos, es decir, a los niños que han fallecido; posteriormente, se rinde culto a los adultos finados, ofreciéndoles un altar a manera de ofrenda. Cabe destacar que la UNESCO en el año 2003 declaró a esta festividad como “Obra maestra del patrimonio cultural de la humanidad”, siendo un evidente ejemplo esta conmemoración como parte del patrimonio vivo de nuestro país y de otras partes del mundo.

Para conocer los antecedentes históricos, debemos remontarnos hacia la época prehispánica, en la que los antiguos pobladores del país ofrecían culto a la muerte, viendo a ésta como una dualidad con la vida y digna de recordar mediante rituales en los que se ofrecían ofrendas y obsequios a los difuntos. No se debe olvidar que esta celebración es parte de un sincretismo religioso, con raíces indígenas y españolas, y que con el paso del tiempo, fue convirtiéndose en un patrimonio de la humanidad, y otorgándole una identidad a cada una de las comunidades que la han tomado como parte de su cultura.


Objetivo

Este trabajo tiene como objetivo realizar un estudio en torno a las costumbres fúnebres realizadas el 02 de noviembre, día de muertos en los distintos lugares de la ciudad de Tijuana. Con la finalidad de establecer los vínculos entre la muerte y el mexicano, logrando analizar el proceso de formación de identidades y llegar a la concientización de la sociedad, rescatando el día de muertos como patrimonio cultural intangible que necesita ser estudiado y valorado. Es de nuestro interés rescatar la importancia de las tradiciones mortuorias a través del día de muertos, pero sobre todo resaltar su papel dentro de la sociedad mexicana, papel que se ha ido construyendo con el paso del tiempo y que estudiaremos a continuación.

Antecedentes Históricos

México Prehispànico

En el México Prehispánico la muerte era concebida como una dualidad con la vida; los antiguos pobladores del país no tomaban en cuenta el modo de vida de la persona que moría para determinar su destino eterno, sino que la forma en que había muerto era clave para poder saber a qué lugar iría dicha persona.

Al igual que ahora, los aztecas celebraran a los muertos pequeños y a los grandes en dos diferentes fechas, haciéndoles un culto a manera de ofrenda, y tenían una gran cantidad de dioses que se relacionaban con la muerte.

Tumba Prehispánica en Veracruz adornada con flores de Cempasúchil. Colección de Adriana García. Fotografía tomada el 5 de noviembre en Veracruz.

México Independiente

El Nuevo Estado Mexicano se empeñaría en secular a la sociedad y el gobierno de la Iglesia, limitando de esta manera la influencia eclesiástica. La iglesia estipulaba que al morir la persona ésta debía estar cerca de Dios y por ello los entierros se realizaban cerca de las iglesias, conventos o campos santos.

Empezaron entonces las costumbres de adornar las tumbas con flores y velas, visitar los panteones el día 1 y 2 de noviembre. La gente de clase alta solía visitar panteones por la mañana y los pobres por la tarde. La muerte adquirió un tono más festivo; calaverita de azúcar, esqueletos de almíbar, muertecitos de mazapán y pan de muertos comenzaron a formar parte del tradicional día de muertos.

Por su parte paz manifiesta que en esta etapa en donde con el advenimiento del catolicismo el sacrificio o idea de salvación se hacen personales, el cristianismo plantea a la muerte como el salto entre dos vidas. Y después de la independencia comienza la muerte moderna, en dónde se le ve como un fin inevitable, el fin de un proceso natural.

José Guadalupe posada fue el precursor del movimiento nacionalista de la época en las artes plásticas con 20 mil grabados en donde las calaveras eran interpretadas por gente común en la vida diaria y como caricaturas políticas llenas de sarcasmo. Plasmó en sus dibujos el imaginario colectivo mexicano y por ello se influenciaron personajes como Rivera, Orozco y Méndez.


La Revolución

La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida. Tras el porfiriato y el sufrimiento del campesino la revolución se muestra desafiante: “si me han de matar mañana, que me maten de una vez”. La muerte mexicana es estéril, no engendra como la de los aztecas o cristianos. De acuerdo a paz existen dos actitudes frente a la muerte, la que va hacia adelante, que se refiere a la muerte como creación de otra vida y la de regreso, que se refiere a la nada y simplemente la nostalgia del limbo.

La obra mural de Diego Rivera está plasmada en los muros de los patios Principal y de Juárez del edificio central de la SEP. Se pueden observar personajes característicos de la época revolucionaria: El obrero, el campesino, el revolucionario, etc, al igual que la sociedad de aquellos años .

En la actualidad el Día de muertos se festeja el 2 de noviembre, en donde los panteones están repletos de flores, velas y personas que visitan a sus familiares muertos. Por otra parte los dulces, comida y festejos se realizan como un intercambio en la sociedad; los alteres de muertos son una muestra de la tradición del pueblo mexicano.













A pesar de ser una tradición milenaria, el Día de Muertos sigue teniendo un impacto enorme en nuestra sociedad, aunque claro está, ha ido adaptándose a las condiciones actuales de nuestros tiempos. En la fotografía de la izquierda podemos observar un ejemplo de un altar de muertos, y en la fotografía sucesiva observamos cómo las flores adornan el campo santo en esa significativa fecha. Colección de Adriana García y Melissa Torres.

El Día de Muertos en Tijuana

En el caso específico de Baja California, en primer lugar tenemos a la tardía colonización del territorio de la antigua California y en 1848 con el término de la guerra contra Estados Unidos se fragmenta a la sociedad; Tijuana se establece como zona fronteriza y desarrolla formas culturales diferentes a las de las otras regiones del país. A Partir de los años 20 empiezan las grandes migraciones del centro del país hacia Estados Unidos, la ciudad se va convirtiendo en una zona de cruce para las familias mexicanas y en ese mismo año con la ley seca promulgada en el país vecino el turismo norteamericano comenzó a fijar su atención hacia este territorio y permitió un intercambio cultural.

Ya para 1960 Las migraciones del centro hacia Tijuana permitieron el crecimiento de la población y el desarrollo de identidades fronterizas, fue entonces que las costumbres y tradiciones de las familias migrantes se adaptaron al nuevo espacio y desarrollaron su propia cultura, aquí es donde tradiciones como el día de muertos continuaron festejándose aunque con rasgos distintivos a los del resto del país. Fue adquiriendo una importancia al formar parte del imaginario colectivo regional e indispensable para el reconocimiento del mismo.


Así luce el panteón Jardín de la ciudad de Tijuana el Día de Muertos. Colección de Melissa Torres. Fotografía tomada el 3 de noviembre en Tijuana B.C.




El panteón municipal también es testigo de las numerosas ofrendas hacia los muertos, aunque de una manera más humilde.
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Bibliografía

-Fuentes, David. “Caracterización social de la muerte violenta en la frontera norte de México”. Mexicali, Baja California: Universidad Autónoma de Baja California, 2007.

-Gruzinski, Serge. “Introducción a la historia de las mentalidades”. Seminario de historia de las mentalidades y religión en el México Colonial. México: INAH, 1975..

-Matos, Eduardo. “Muerte a Filo de Obsidiana”. México, F.C.E, 1975.

-Paz, Octavio. “El laberinto de la Soledad. Posdata Vuelta al Laberinto de la Soledad”. México: F.C.E, 1950.

-Zárate, Verónica. “Los Nobles Ante La Muerte”, en México. Actitudes, ceremonias y memorias. México: COLMEX, 2005.

-Zarauz López Héctor L. “IV La evolución del día de muertos”, en La fiesta de la muerte. México: FCE, CONACULTA, 2003.

Complementaria

-Málishev, Mijaíl. “El sentido de la muerte”, en Ciencia Ergo Sum. Revista Científica Multidisciplinaria de la Universidad Autónoma de México. Vol. 10, Núm. 1, 2003. http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=10410106, consultado el 14 de Mayo de 2008

-UNESCO. “Día de Muertos”, en http://www.pueblosmexico.com.mx/articulo_pueblos.php?id_article=141, consultado el 18 de noviembre de 2008.

Historia de una proeza: Jai Alai

Por José Manuel Hernández Chávez , Bernardo Mejía Sánchez y Antonio Jair López Sánchez


Presentación

En este trabajo tratamos de difundir el edificio denominado Jai Alai localizado en: Ave. Revolución, entre calle séptima y octava, hay que mencionar que anteriormente se llamaba Frontón Palacio de Tijuana y actualmente llamado Foro “Antiguo Palacio Jai Alai”, esto por el cambio de empresas dirigentes. Como primera parte exponemos del porque nosotros lo consideramos un bien patrimonial para la región, exponiendo también una breve reseña de su marco histórico: como sus actividades, fundadores y su importancia para la ciudad de Tijuana. Finalmente mencionamos su actual utilización como centro cultural y de entretenimiento.

En este apartado nos proponemos dar una breve justificación del por qué considerar al Jai Alai un patrimonio cultural. Para esto hay que tomar en cuenta lo joven que es la ciudad y la carente acumulación de bienes patrimoniales que se ha dado.

Ahora bien, uno de las cosas por las que es representativa Tijuana es la gran movilidad de personas que existe en la región, ya que unos llegan y otros se van (la mayoría se queda un breve tiempo). Tomando esto en cuenta, hay que plantear que los individuos que están presentes en la región no ven como símbolo de pertenecía al edificio, ya que al seguir este funcionando se crean una concepción de él diferente a las personas que conocen su valor histórico.

Así pues, en el trabajo tratamos de crear una idea de la relevancia del edificio y la manera en que este podría sobre salir, ya que si bien existen otros inmuebles más o menos de la misma edad que éste, hay que tomar en cuenta la interacción y la manera en que se forma su simbolismo. Ya que no es lo mimo hablar de una vecindad a un edificio donde se generan actividades dirigidas hacia la región, sin embargo aquí no trataremos de ver los diferentes factores y conceptos discursivos, como lo es la mercantilización de bienes patrimoniales, que influyen para la valorización e importancia del patrimonio cultural.

En consecuencia es importante, no solamente en el caso de Jai Alai si no de cualquier otro símbolo patrimonial, difundirlos para la creación de de una identidad que permitiera la interacción entre ciudadanos, aunque no contemos con un pasado común. Ya que con la creación de “estos espacios son fundamentales para la comunicaci6n entre los vecinos, la sistematización de las experiencias colectivas y la socialización de lo aprendido en ellas”. [1]

Por otra parte, partiendo desde un punto de vista arquitectónico, arqueológico, histórico, artístico, científico, el Patrimonio Cultural Tangible Inmueble ésta compuesto por todos aquellos sitios, lugares, zonas que puedan brindar a cada nación una identidad propia, que los caracterice de las demás culturas del mundo, haciendo nítida a cada una de ésta.

El Frontón Palacio Jai Alai, consideramos que cuenta con características que lo ubican dentro del Patrimonio Cultural Tangible Inmueble. Ya que posee una arquitectura un poco desacostumbrada de origen morisco, perteneciente a los países árabes, que hace de esta edificación única e inigualable en esta ciudad tan peculiar.

Tanto las construcciones gloriosas como el hombre compartimos un terreno, un espacio vital entre el cielo y la tierra donde ambos nos necesitamos del uno al otro para trascender en la vida. Nosotros no perduraremos como lo harán los inmuebles, pero, sin nosotros, ellos no mostrarían, no expusieran ese esplendor de mostrar, de transmitir la historia del lugar del que son oriundos y que representan.

Contexto y Antecedentes

Ya para el año de 1940 Tijuana había sufrido una serie de cambios dentro de su infraestructura, ya que se hace notorio el aspecto embrionario de una ciudad quedando atrás aquel aspecto rural y en sí las diferentes funciones que conllevan el ser simplemente un pueblo. Todo esto a consecuencia de que en la década de los 20’s Tijuana se ve envuelta en un sorpréndete crecimiento económico, gracias al desarrollo de un turismo eficiente para los estadounidenses

Por otra parte, a nivel nacional se vivía un estancamiento económico. Por lo que Cárdenas tenía que impulsar una serie de reformas para reactivar la economía agrícola – que llevarían el nombre del Plan Sexenal-. Ahora bien un cambio del PNR a PRM , vendría a modificar ciertas estructuras en el orden de agrario – ya que con ella se implementaba una repartición de tierras- trayendo como consecuencia beneficios para los campesinos y más que nada a los comerciantes; ya que con esto se habitarían secciones de tierra generando un mayor numero de consumidores.

Así pues, durante la construcción del Frontón en los años 30’s, en Tijuana se generan acciones moralistas que afectarían a varios centros de entretenimiento – principalmente el cierre del Hotel Agua Caliente y de los casinos de la avenida “A” (Ahora mejor conocida como Avenida Revolución). Estas diferentes acciones crearían una serie de manifestaciones por parte de los empleados que fueron despedidos por el cierre.

Otro de los sucesos que repercutirían a la región es la entrada de los Estados Unidos a la Segunda Guerra, ya que con esto se reactivaría en mayor medida la economía. Debido a que los marines al llegar a la base naval localizada con proximidad a la frontera, requerirían de servicios para su disfrute – dándose la oportunidad de ofrecer nuevos servicios. Por otra parte, con el temor de un posible ataque por parte de las tropas japonesas por el lado del pacifico, en la región se organizan para integrar un grupo de defensa, que estaría constituido principalmente por personas simpatizantes con la CROM y el PNR.

Si bien en toda esta historia de Tijuana se va manejando una serie de acontecimientos que son importantísimos para la ciudad, es también necesario comentar lo que sucede en la vida cotidiana. Ya que (como lo comenta José Gabriel Rivera) se debe tomar en cuenta a las personas que construyen y dan forma a todos eso bares y avenidas representativos de la entidad. Así pues durante este tiempo histórico en la región se da el aumento de población de una manera desenfrenada - tan solo en 1921 solo se contaron 1128 habitantes y para 1930 ya había 11 mil 271 habitantes- por lo que se puede entender que ese gran numero de habitantes no solo se mantendrían del turismo si no que verían la manera de obtener ingresos y poder así obtener bienes.

De tal manera que al tener una vida estable (económicamente) las personas tendrían el interés del querer desarrollar una nueva serie de actividades, que conllevarían la interacción entre los habitantes: ya fueran actividades culturales, sociales, banquetes o deportes. De tal manera Pedro Ochoa lo plantea como “la conquista de los espacio culturales en Tijuana…casi la historia de una proeza… [Ya que] fue la proeza de unos pocos, que no se conformaron con que la ciudad fuera vitrina, ni puerto clandestino, ni un colectivo humano, sin rostro ni espíritu reconocible.” [2]

Es por eso que en la región se desarrollaría una serie de encuentros deportivos , éstas eran observadas en un principio desde las gradas por la comunidad tijuanense. Entre los deportes que eran practicados se encuentra: el beisbol, fútbol, golf, natación, basquetbol y el softbol - lo cual menciona José Gabriel Rivera en su artículo “La formación de vínculos comunitarios y agrupaciones de la sociedad civil en Tijuana” basándose a su ves él del historiador José Armando Estrada Lázaro- ya que al estar localizado en un punto fronterizo se ve influenciado por los deportes practicados en su nación vecina (Estados Unidos). [3]

Entre los equipos que más destacan durante la década de los 30’s y 40’s, en primer lugar se encuentra el equipo llamado “Molino Rojo” (propiedad de Yasuhara propietario del bar del mismo nombre del equipo- éste equipo serviría para que jóvenes tijuanenses formaran sus propio equipo (“Los Tigres”). Para el año de 1934 se funda el equipo llamado “Los Preseros” – el cual se encontraba formado principalmente por trabajadores de la presa Abelardo L. Rodríguez-.

Sin embargo los deportes en sí no contaban con un recinto propiamente diseñado para la práctica de él, por lo que los deportistas tendrían que jugar en canchas de escuelas – por ejemplo los encuentros de basquetbol se realizaban en la escuela Miguel F. Martínez (zona centro).

Así pues, durante este contexto en 1930 Don Mariano Escobedo Gonzales inicia con el proyecto Frontón Palacio, donde se llevaría a cabo un deporte llamado Jai- Alai. El proyecto de construcción fue llevado a cabo por el arquitecto Hoffman – radicado en San Diego- según se menciona que para la construcción del edificio se utilizo cemento importado desde Holanda.

Escobedo tenía contemplado tener concluido y abrir sus puertas al público para el 4 de julio de 1935, sin embargo debido a la prohibición del presidente de la república Lázaro Cárdenas hacia los juegos de azar, tanto la obra como el papeleo legal quedó inconcluso. Así como también afectaría la crisis económica quedando la propiedad embargada – donde se desarrollaba la construcción- por tener un adeudo de 15 mil dólares que no podía saldar. Pero Escobedo no perdía el interés por lo que decide irse hacia la capital de país donde crearía un restaurante (California Buffet) el cual le serviría para reunir fondos para reiniciar la construcción del Frontón.

Finalmente para el 28 de febrero de 1947 el Frontón abrió sus puertas hacia los espectadores del juego Jai- Alai, se dice que las 2, 100 butacas no daban abasto para acomodar a los espectadores. La gerencia quedo a cargo de Kurt Honold, un amigo que Escobedo conocería en el tiempo que se encontró en la capital del país.

El 21 de marzo de 1957 el Frontón Palacio Jai Alai sufre un accidente en su cocina, ocasionado por un incendio el cual modifica las estructuras del edificio. No fue hasta el 22 de octubre de 1957 cuando nuevamente abre sus puertas haciendo diferentes cambios en su estructura, el restaurante ahora contó con servicios de bar y sanitarios. El café Jai Alai también abrió sus puertas en 1968 a todo el público en general. Toda esta clase de actividades ocasionaron una creciente productividad económica que trajo consigo fuentes de empleos. A medida que el Frontón Palacio Jai Alai creaba diferentes servicios el mismo lugar reunía a personajes y celebridades de la época.

La creciente productividad fue ocasionada principalmente por el turismo norteamericano quien fue una fuente eficaz para el desarrollo del establecimiento y una creciente economía que beneficiaba a la ciudad Tijuana, las actividades que se desarrollaban dentro del establecimiento eran: el juego de pelota, el servicio de bar, restaurant, el sistema de apuestas y amplias butacas en donde se podía disfrutar cómodamente del juego.

Los diferentes precios de admisión para el establecimiento se rodeaban entre los 2.50 de dólar hasta los 5.00 de dólar. El edificio abría diariamente a las 7:00 pm en donde había varios juegos que por lo general eran torneos entre diversos grupos que se dedicaban al deporte del Frontón.

La actualidad

Frontón palacio de Tijuana es un inmueble simbólico pues representa parte de la historia de una ciudad técnicamente joven, así mismo demuestra que tiene lugares y partes que la hacen única y por lo tanto que tiene presencia dentro de su vida social. Es importante decir, que Frontón palacio Jai Alai ha tenido diferentes transformaciones a lo largo de su historia, esto hace notar la trascendencia que tiene a lo largo de las varias décadas. Por esto mismo, el simbolismo y lo que representa para Tijuana ha perdurado mucho más en la memoria de los residentes de Tijuana como un lugar estratégico justo en el centro de la avenida revolución.

En 1998 el Frontón Palacio Jai Alai cierra sus puertas, atrás quedaron las apuestas y los juegos de pelota para dar inicio a un centro cultural en donde los eventos de tipo cultural juegan ahora un papel importante para darle vida a un edifico que por más de 61 años ha permanecido como referencia para los tijuanenses. Después de una restauración de algunas partes del inmueble ahora el edifico cuenta con un funcionamiento para recibir exposiciones, conciertos y eventos de tipo cultural que mantengan viva la presencia del Palacio Jai Alai.

El significado de este edifico va más allá de su utilidad actualmente, aunque es importante decir que ha tenido ahora una aceptación y ha sido punto de referencia de jóvenes, adultos y niños que día a día visitan este lugar. Muchas de las antiguas estructuras del edificio se conservan dándole una importancia a un inmueble que se construyó en 1947.

Es importante destacar que gran parte de la gente no le da importancia a lugares históricos porque desconocen del lugar o porque simplemente han sido edificios que no han tenido un significado tan fuerte para muchas otras personas y por lo tanto ahora se derrumban. La creación de lugares y su continua difusión crean un ambiente apropiado para conocer la historia de nuestra región. Palacio Jai Alai afronta ahora el reto de darse a conocer no tanto por simple nombre que todos vemos en su estructura sino por su historia y las repercusiones que tiene como símbolo de nuestro patrimonio cultural.


Wuster Construction Company erecting the Fronton de Tijuana Jai Alai building in Tijuana, Mexico. [4]


La estructura del Frontón Palacio Jai Alai. [5]


La arquitectura del Frontón es de influencia árabe, de estilo morisco. [6]


El Frontón Palacio Jai Alai abrió sus puertas en 1947. Gracias a Don Mariano Escobedo González.[7]

[1]Amparo Sevilla, “Patrimonio cultural y movimiento urbano popular”, Estudios sobre las Culturas Contemporaneas II, num. 006 (noviembre 2008): 1989.

[2] José Gabriel Rivera, “La formación de vínculos comunitarios y agrupaciones de la sociedad civil” en Tijuana: Senderos en el tiempo, por Mario Ortiz y Fco. Manuel Acuña Borboña, coord. (Tijuana: XVII Ayuntamiento, 2006), 270.

[3] Marco Antonio Samaniego López. Breve Historia de Baja California. (México: Miguel Ángel Porrúa, 2006).

[4] Online Archive of California, página de Internet consultada en http://content.cdlib.org/ark:/13030/kt8g5021vw/?brand=oac, accesada el 27 de Noviembre de 2008.

[5] Skyscrapercity, página de Internet consultada en http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=231870&page=2, accesada el 27 de Noviembre de 2008.

[6] Usemenow, página de Internet consultada en http://www.usemenow.com/web-log/archives/2005/12/jai_alai_palace.html, accesada el 27 de Noviembre de 2008.

[7]Mybajaguide, página de Internet consultada en http://www.mybajaguide.com/spa/destinos-historia-de.php?id=1amp;id_rest=24, accesada el 27 de Noviembre de 2008.

Bibliografía
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Rivera, José Gabriel. “La formación de vínculos comunitarios y agrupaciones de la sociedad civil en Tijuana”, en Tijuana: Senderos en el tiempo, por Mario Ortiz y Fco. Manuel Acuña Borboña, coord. Tijuana: XVII Ayuntamiento de Tijuana, 2006.
Samaniego López, Marco Antonio. Breve Historia de Baja California. México: Miguel Ángel Porrúa, 2006.
Sevilla, Amparo. “Patrimonio cultural y movimiento urbano popular” Estudios sobre las Culturas Contemporáneas II, núm. 006 (noviembre 2008): 1989

¿Aquí empieza [o termina] la patria?: el Muro Fronterizo como patrimonio cultural en Tijuana, un espacio de experiencia, memoria e identidad.

Por David Díaz Villanueva y José Roberto Cabrales Carrizales

Introducción

Referir a una “Valla Metálica”, la que cotidianamente forma parte del paisaje de Tijuana y de otras ciudades fronterizas del norte de México, es pensar en el hecho de dos naciones separadas en un sentido político, económico y cultural. Este pequeño artículo se centra en el análisis de la presentación del muro fronterizo como Patrimonio Cultural de Tijuana, específicamente el sitio frente al aeropuerto en la delegación de Otay, y en ello se discute acerca de lo que en la franja fronteriza se puede considerar como patrimonio. Dentro de un área específica del muro fronterizo, en alrededor de 2.5 Km., puede dejarse ver mediante prácticas dotadas de sentido la forma en que el pensamiento relacionado a un fenómeno social como la migración ha dado origen a actitudes simbólicas frente a una imposición unilateral como lo fue y lo es la construcción de la valla metálica, que a partir del año de 1994 se erigió por parte del gobierno norteamericano, bajo la operación denominada Gatekeeper.

La escuela de humanidades ha sido participe en distintos momentos de la experiencia dirigida a salvaguardar la herencia cultural del estado de Baja California. En particular las cuestiones relativas al patrimonio cultural de nuestra región, sea este tangible e intangible. Esta contribución de la UABC hacia la sociedad pretende el reconocimiento social del patrimonio cultural de las localidades bajacalifornianas, esperando de ello crear un punto de cohesión social y una afirmación en la construcción de identidades, específicamente en este caso de la franja fronteriza.

Descripción del patrimonio elegido: El muro como límite y metáfora; una frontera latente descrita

El muro fronterizo contiene rasgos distintivos, enuncia en primer lugar, la separación física entre un estado y otro, en un sentido formal político. Ello, quede en claro, es insuficiente para alcanzar la complejidad que conlleva el pensar la franja fronteriza en términos históricos. Podemos aludir a lo que sucede “detrás” de ese muro, por ejemplo los dispositivos de vigilancia permanente a partir del Gatekeeper, o en el caso mexicano, nos preguntamos ¿Qué fenómenos se ponen de manifiesto en este lado, el lado mexicano de la frontera, y en especifico, que sucede en este sitio considerado por nosotros como bien patrimonial? en menos de 20 años un espacio especifico de 2.5 Km se han desarrollado ciertas particularidades, conformando un entorno simbólico que remite directamente al limite cultural e histórico entre una nación y otra, ¿pero que recrea este entorno? Un espacio cuya construcción cargada de simbolismo da sentido primeramente al discurso propiamente del límite, y posteriormente a las tensiones o problemas que se crean a partir de él.

Un ejemplo de ello, son las cruces, representando la muerte en una difícil condición histórica de las sociedades de los países como México; de sociedades que no alcanzan pleno desarrollo, en el sentido más amplio y específico que se piense: económico y político. Fenómeno donde el foráneo cuya identidad esta completamente desarraigada del territorio en el que incursiona, pretende alcanzar un sueño, idealizado bajo el referente estadounidense; sin embargo, lo único que se puede asimilarse en el sitio es una experiencia latente, inevitablemente ha ocurrido este fenómeno y esta ocurriendo, las cifras de muertes muestra lo recurrente de esta situación histórica. Pudieron ser algunas de 1994 o igual del 2008, lo latente en un contexto experimentado, no puede ser otra cosa sino objeto de la memoria colectiva, la conciencia histórica, la identificación y la difusión cultural de este patrimonio de la valla metálica, un sitio simbólicamente dramático y expresivo.

El muro fronterizo ubica espacialmente una realidad específica. El lugar de nuestro interés está en la calzada del aeropuerto internacional de Tijuana, el cual enuncia el contraste interestatal internacional ante la posible y aparente indiferencia. Aquí radica la importancia y pertinencia de la franja fronteriza como objeto de estudio. Lo primero que encontramos es una carretera que acompaña la valla metálica.[1]

Aparentemente configura un espacio carente de sociabilidad. De hecho, y a simple vista, puede ser caracterizado el espacio circunscrito al aeropuerto como un rincón más de los que pertenecen a los confines del norte mexicano, pareciera propio de la geografía política de las ciudades fronterizas grandes, tal como el caso análogo de Ciudad Juárez. Sin embargo, podemos percatarnos de la viveza que permea en el espacio frente a la valla metálica; Muro manifestando signos de lo vivido como sociedad fronteriza. A lo largo de él, podemos recorrer en la carretera ya mencionada, desde las cruces, ataúdes simbólicos, altares de muertos permanentes, arreglos florales propios de actos fúnebres, grafitos de protesta, pinturas murales, hasta estadísticas denunciantes de las cifras de pérdidas humanas en el complicado y por demás conocido cruce hacia obtener el ansiado sueño americano. Asimismo pinturas de banderas internacionalesy consignas que hacen referencia a la actualidad y actitud política mundial, implícito en ello, la presencia de activismo de grupos específicos anarquistas, zapatistas, e incluso miembros de la APPO.[2] Al mismo tiempo su contraparte, el discurso “integracionista” de la tercera nación, el cual ha dado, para el frente del aeropuerto un paisaje artístico-comercial en búsqueda de lograr una imagen decorosa de lo posible en Tijuana, en términos de artístico-turísticos. Sin embargo, lo inaudito sale a relucir.

El muro y las voces sepultadas en el material metálico cercan en la geografía de la franja fronteriza y de este lugar específico, el final de las vidas que tuvieron origen en tan distintos lugares. Un lamento quizás por una cruz, y por la muerte penetrando del norte hacia Tijuana, México e incluso por toda Latinoamérica. Este sitio constituye una sombra del esqueleto migratorio, que de cuyo desenlace brota una historia muy particular, así como dramática, expresiones de sueños rotos, que al final de cuentas hablan de la peor de las experiencias: la muerte. Simultáneamente, ésta como la peor de las expectativas experimentadas en torno al fenómeno migratorio.

El muro ofrece una forma de comunicarse mediante la imagen de aquel sitio, el espacio que ocupa y cómo este es producto de una construcción social cuyo discurso manifiesta en escala local y nacional en aquello a lo que habríamos de poner atención especial a aquellos signos dotados de sentido. El muro como objeto, materialidad de una representación, plasma una temporalidad que se refiere directamente a una historia, edificada a partir de pensamientos de la realidad que se transmiten mediante múltiples discursos elaborados simultánea y continuamente. Muchos de ellos manifiestos en el muro, tienen la intencionalidad práctica de construir una noción de realidad para el conjunto social al que pertenecen.

El devenir histórico de la franja fronteriza mexicana y su relación con lo Estados Unidos

La matriz de todo problema que nos sea coetáneo en torno a la relación con los Estados Unidos, es, con sus matices posibles, la guerra con Estados Unidos.[3] Lo posterior es impronta de los arreglos inter-nacionales en relación a la herencia delegada de ello. La historia del norte mexicano, de algún modo, es la del sur-oeste norteamericano. Pensar en antecedentes de nuestro encuentro fronterizo, es imaginar temporalmente un espacio y una representación determinada por su historicidad. Por un lado es, en terreno positivo, causa norteamericana[4] e interna [mexicana][5]: El crecimiento y expansión gradual de Estados Unidos en el siglo XIX frente a la larga lucha mexicana por dominar en su totalidad el territorio son razones suficientes para empezar a entender la complejidad de las relaciones históricas entre naciones.

Finalmente, todo acuerdo es eminentemente político. La influencia político-cultural se ha hecho cada vez más notoria sobre espacio mexicano, en consideración con el territorio abarcado por la franja fronteriza. Así por ejemplo el régimen de libre importación actual en el norte, tiene referentes en el siglo XIX y toma forma en toda la zona fronteriza con Estados Unidos en 1885.[6]

El modelo liberal exitoso del siglo XX, se construye con la formación como sólido ente político y económico de los Estados Unidos. El contacto e influencia de estados unidos, luego de la guerra y el consecuente nuevo orden fronterizo, es claro y evidente. El desarrollo del capitalismo norteamericano ofrece un horizonte específico para la incipiente nación mexicana[7]. Durante el XIX el norte mexicano tiende a relacionarse económica y socialmente con el ahora poderoso vecino del norte, ello tiene efectos determinantes en las pequeñas economías locales del norte mexicano que hasta ahora observamos como reflejo[8]. El arraigo social y dependencia económica es, en claro, profunda, no solo en lo ideológico, sino en lo material. En el mismo tenor, la activa participación del norte mexicano durante la revolución mexicana, pone de manifiesto el papel del gobierno estadounidense aunado al negocio del suministro activo armamentista de origen norteamericano en el norte mexicano.

La expansión de la economía norteamericana luego de la primera guerra mundial ofrece para la primera mitad del XX mexicano posibles escenarios económicos atractivos para la zona fronteriza, el sector terciario es el primordial en adelante para ciudades ya un tanto definidas en parte por efectos de la Ley Seca en Estados Unidos que verían reflejada su dependencia del coloso norteamericano.[9] El gobierno federal en parte por el difícil decenio 1930, define nuevamente las relaciones bajo régimen de zona libre, específicamente en 1937. Incluso desde nuestra esfera espacial este régimen promovió el contacto con Estados Unidos de manera evidente.[10]

1970 es un tiempo importante para las economías de mercado desarrolladas, las cuáles aprovechan las condiciones que la división social del trabajo en el mundo permite. Las maquiladoras ofrecen la opción de alcanzar mano de obra rentable para la industria. El norte mexicano fue el caso específico. El sector terciario continuó siendo atractivo aunque no de manera igual a los años veinte. América latina llega al punto extremo de agotar el mercado financiero mediante préstamos que prometen dólares de petróleo. La crisis financiera mundial tiene repercusiones serias a nivel nacional.

Una parte de la frontera norte de México se mantiene a raya con la economía norteamericana. Esto es factor de influencia norteamericana sobre el pensamiento colectivo acerca de su realidad y su poderío. Hasta 2001, ese referente continuaba aunque ya no con la consistencia de décadas atrás. La declinación de la supremacía de estados unidos en el mundo puede matizar la idea de la influencia sobre México. En definitiva la ligazón con Estados Unidos económicamente y finalmente a la usanza cultural-política en nuestro tiempo es más profunda que lo que manifiesta esta síntesis. Un elemento destacable para la franja fronteriza actual es el índice significativo de mexicanos provenientes de distintas partes de México integrados en la complejidad de la región fronteriza.

¿Por qué patrimonio?


Hablar de patrimonio cultural implica hablar de usos y significados sociales, así como de una vinculación directa desde el presente hacia el pasado. La legitimización del patrimonio cultural se fundamente en una versión de pertenencia de una colectividad hacia una historia en común.

Con ello se rescata la memoria, y la participación simbólica latente de aquellos cuya su aparente perdida deja un vestigio material en un sitio, no solamente dejando referencia sobre las identidades de a quienes pertenecen esas cruces, sino también dejando testimonio histórico de un fenómeno social cuyas dimensiones oscilan desde lo nacional hacia lo local, de lo local a lo internacional, o como quiera que sea el orden de las relaciones sociales que se representan socialmente mediante el muro fronterizo.

Fundamentalmente es un vínculo directo entre presente y pasado, en un marco espacial que da referencia a la condición histórica del fenómeno específico de la migración. Sin duda la experiencia que podemos percibir a través del muro se nos presenta muy viva, no solamente por la problemática migratoria actual, sino por el hecho de que este sitio forma parte del itinerario obligado de muchos visitantes extranjeros y nacionales, ya sea por la cercanía al aeropuerto internacional de Tijuana, o simplemente por tener que pasar y conocer (aunque sea incluso para continuar una rutina) aquel sitio de las cruces sobre el muro, tal vez por ello, y especialmente por falta de consideración de la memoria histórica en la comunidad de Tijuana hacia el muro, y los fenómenos históricos que se reflejan en él, deseamos presentar este sitio como bien patrimonial dentro de la franja fronteriza.

Depende de nosotros cómo frente a una memoria local viva y en un lugar que nos es común, qué recuerdos nos son posibles de una manera legítima en términos históricos y desde una posicionamiento crítico, alejado del espíritu de lucro y del febril orgullo nacionalista, buscando un lugar para las historias individuales que forman parte de la historia de una sociedad específicamente colectiva, en sus referentes económicos, políticos y culturales. Percibiendo con ello, que no todo patrimonio es motivo de orgullo, o de destinos turísticos de placer, y confirmando que la historia y la memoria de los pueblos es el único objeto legitimo para que exista una conciencia histórica mediante el patrimonio cultural.

¿Por qué es significativo este bien patrimonial en Tijuana?

Parece que algo tan obvio, como este sitio que nos es contemporáneo forma parte más del olvido, que del recuerdo y la memoria. La construcción de la valla metálica que a partir del año de 1994 se implemento por parte del gobierno norteamericano bajo la operación denominada Gatekeeper, ha sido matriz de distintas experiencias socioculturales. Sin duda la experiencia que podemos percibir a través del muro en este sitio de símbolos se nos presenta muy viva, no solamente por la problemática migratoria actual, sino por el hecho de que este sitio forma parte del itinerario obligado de muchos visitantes extranjeros, nacionales, o habitantes propios de Tijuana, ya sea por su contacto cotidiano a la zona aledaña al aeropuerto internacional Tijuana, o simplemente por conocer el sitio que traza el limite entre un estado y otro, tal vez por ello, y especialmente por un poco de falta de consideración de la memoria histórica de la comunidad de Tijuana hacia el propio muro y los fenómenos históricos que se reflejan en él, deseamos presentar este sitio como bien patrimonial dentro de la franja fronteriza. Rescatando con ello, la memoria y la participación simbólica latente de aquellos cuya aparente perdida deja un vestigio material en un sitio, dando referencia no solamente las identidades de a quienes pertenecen esas cruces, sino dejando testimonio histórico de un fenómeno social cuyas dimensiones oscilan desde lo nacional hacia lo local, de lo local a lo internacional, o como quiera que sea el orden de las relaciones sociales que se representan socialmente mediante el muro fronterizo, en ello su alto valor de significación.

† Gatekeeper 1994: patrimonio tangible, espacio latente

En el año de 1994 el gobierno de los Estados Unidos implementa un programa denominado Operación Guardián de la Puerta, cuyo principal objetivo es imposibilitar en la medida de lo posible el acceso ilegal de extranjeros, como el caso de los mexicanos y centroamericanos primordialmente. Una de las más destacadas y visibles medidas fue la edificación de un muro fronterizo, que materializa una experiencia de separación, de límite, en lo político, cultural y económico. Sin embargo a pesar de la vigilancia permanente en la línea divisoria parece carecer de eficacia frente al poderoso flujo migratorio, el cual ha dejado como resultado dos fundamentales condiciones. Por un lado las condiciones económicas en un sentido optimista para la economía mexicana, con la importancia del mercado de remesas, siendo de gran peso para la sociedad mexicana, a finales del siglo XX.

Por otra parte hay la necesidad de recalcar una parte de la historia que no remita a gloria, ni a orgullo; sino a un palpitar constante en una cultura especifica, con sus manifestaciones que le son posibles, siendo estas complejas, pero fundamentalmente llenas de expectativas relacionadas con experiencias personales, y que al final de cuentas creen una historia para la sociedad misma. La memoria sirve en este caso para no olvidar lo que pensamos ha ocurrido en este sitio, en esta frontera latinoamericana.

Se dice que Latinoamérica empieza a partir la frontera norte de México, y que esta distancia entre estas naciones latinoamericanas y Estados Unidos, es causada objetiva y políticamente, mediante la estrategia norteamericana de distanciarse de la nación mexicana, lo cual se manifiesta como un flagrante acto discriminatorio y excluyente, disfrazado bajo el discurso de seguridad nacional norteamericana. El objeto que se compone de metal de la guerra del golfo, y que se erige como paisaje en Tijuana y el resto de la frontera norte mexicana, fue primero una barrera, antes de ser interpretada, como objeto de representación, y como espacio apropiado aun en distintas direcciones. Por un lado, la aparición de las cruces y el activismo como manifestaciones sociales sobre el fenómeno migratorio u otras causas internacionales, y posteriormente, utilizando el atractivo del sitio para comercializar en él, una condición de arte. Finalmente entendemos el muro fronterizo como un espacio altamente significativo dotado de historicidad, en sus complejas relaciones entre sujeto con su entorno, en su territorio.
Fin.














[1] Calzada Aeropuerto, Tijuana Baja California.
[2] México, Cuba, Venezuela, Haití, Colombia, Iraq y Palestina. . .
[3] “está enmarcada dentro del proceso de formación nacional de ambos países […] la guerra fue causada por estados unidos como una alternativa para resolver la vital contradicción de su proyecto a surgir como país independiente: crear un nación a partir del Estado. México se vio imposibilitado par responder a los problemas que condujeron a la guerra porque estaba en proceso de resolver el problema toral heredado de la revolución de independencia: consolidar el Estado que se adaptara a la nación. Pero la guerra contribuyó, aunque traumáticamente, a que se acelerara el proceso de solución de los respectivos problemas. La guerra civil, en estados unidos, definió un solo proyecto nacional, mientras que la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa, en México, decidieron la conformación del Estado” Ma. Esther Schumacher (compiladora), Mitos en las relaciones México-Estados Unidos, SER, FCE, México DF., 1994, p. 112 y 154
[4] Frederick Jackson Turner, La frontera en la historia americana, cap. "El significado de la frontera en la historia americana", (Madrid: Ediciones de Castilla, 1961), p.187-207
[5] Manuel Ceballos Ramírez, coordinador, Encuentro en la frontera : mexicanos y norteamericanos en un espacio común, (México; Colegio de México, Colegio de la Frontera Norte, Universidad Autónoma de Tamaulipas, 2001, p.19-51
[6] Rodolfo Cruz Piñeiro, La fuerza de trabajo en los mercados urbanos de la frontera norte, (El colegio de la frontera norte, Departamento de Estudios de Población, Cuadernos, Tijuana Baja California, 1992) p.20
[7] Rafael M.Rodríguez, Compilador, 1848-1998, génesis de una frontera, (Tijuana BC; Arquetipos Editores, 1998, p.26-30 y 79-83
[8] Rodolfo Cruz Piñeiro, p.20
[9] Rodolfo Cruz Piñeiro, p.20
[10] Rodolfo Cruz Pineiro, p.21

Bibliografía
Samaniego López , Marco, Ríos Internacionales entre México y Estados Unidos,(Mexicali: COLMEX-UABC, 2006.)
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Morales Moreno, Luis Gerardo, comp. Historia de la historiografía contemporánea: ( de 1968 a nuestros días). México. Instituto Mora. 2005
Rafael M.Rodríguez, comp., 1848-1998, génesis de una frontera, (Tijuana BC; Arquetipos Editores, 1998.
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