Cuadernos de otros cursos

viernes, 8 de mayo de 2009

La pintura de Terciopelo en Tijuana, años 60’s y 70’s: Testimonios de un pintor

Pedro Espinoza Meléndez
Universidad Autónoma de Baja California
Escuela de Humanidades
Gpo. 382

06/03/09
Introducción

La historia oral es capaz de rescatar testimonios que pueden pasar desapercibidos para la historiografía convencional.(1) En este caso, nos encontramos frente al testimonio de un individuo que, aunque técnicamente es un migrante, pues nació en Nayarit, y llegó a Tijuana siendo niño, no se considera sí mismo como tal. Es en ésta ciudad dónde creció, donde aprendió desenvolverse, a trabajar, y donde se inició en un oficio que, en esta ocasión, es el eje en torno al cual gira nuestra entrevista.

La pintura de terciopelo fue una moda que llegó a Tijuana allá por los años 50´s, aunque aún no esta bien claro su origen, pues mientras algunos dicen que llegó de Tahití, otros la relacionan con pinturas indígenas provenientes del centro del país. Lo cierto es que se trató de una forma de artesanía que rápidamente se popularizó entre las tiendas de curiosidades.(2) La presente entrevista busca sumergirnos en ese contexto, indagando entre las prácticas sociales y actividades que giraban en torno a la vida de un pintor no profesional, cuya actividad se daba principalmente en el marco de la Avenida Revolución, zona que por años fue, aunque no el único, si uno de los principales centros turísticos de la ciudad(3).

Como sucede con todas las modas, la pintura de terciopelo no fue algo permanente. Ante el declive de sus ventas, muchos de los que se dedicaban a eso tuvieron que buscar nuevas opciones de empleo, de manera que dicha forma de pintura no implicó necesariamente ser un oficio permanente. Esto es algo que también se relata en la entrevista,

Aunque para muchos fue una moda pasajera, la pintura sobre terciopelo negro ha quedado en la memoria tanto de tijuanenses como de los turistas consumidores, al punto de que es reconocida en nuestros días por coleccionistas de todo el mundo4. El presente trabajo busca de alguna manera desempolvar del recuerdo las experiencias de un pintor, y ponerlas al alcance de aquellos a quien nos interese conocer con mayor profundidad la historia de nuestra ciudad, no tal y como ocurrió, sino tal y como algunos de los actores sociales la vivieron5.

Familia

Mi nombre es Adrián Espinoza Casas, nací en el Venado Nayarit, en el año de 1946. Mi abuelo paterno era Rafael Espinoza y no se exactamente de donde provenía, y la abuela se llamaba Petra Cisneros y tampoco se mucho de ella. Y por el lado materno era Víctor Casas, que tampoco se de donde era porque no se hablaba mucho de eso y mi abuela se llamaba Macedonia Acedor. Mi abuelo Rafael era agricultor, y mi abuelo Víctor también, pero el aparte estaba encargado del abasto. Mi papá se llamaba Pablo Espinoza y era agricultor, y mi mama era ama de casa, se llama Caritina Casas.

Los motivos que nos hicieron venirnos no eran precisamente económicos, la familia estaba mas o menos bien allá. Mi papá tenía tres platanares, mi mamá tenía una refresquería ahí en el pueblo. Lo que ahí se vendía era lo que aquí le dicen raspados, era puro hielo raspado con mieles de diferentes sabores. No llegué a ayudarle mucho a mi papá en su trabajo del campo, me iba a veces a ayudarle, pero él era el que trabajaba, yo tenia 8 años o sea pues todavía no hacia gran cosa.

Mi papá también era músico. Tocaba en fiestas de vez en cuando, y a veces se iba a tocar a otros pueblos. Se iban a pie de pueblo en pueblo, a veces eran cortas las distancias, a veces se iban a partes que tardaban horas en llegar. Él allá tocaba el clarinete, aquí empezó a tocar el tololoche, supongo que aprendió tocando con sus amigos, porque aquí como que el clarinete no tenía mucha demanda.

Migración

Una de las razones por las que nos vinimos es que una hermana más chica de mi mamá se había venido antes. Mi abuelita había fallecido hacía poco, así que en parte nos vinimos para que ella no estuviera sola. Del viaje a Tijuana, pues me acuerdo que estaba muy lejos y que nos vinimos junto con otra familia; pero aparte de eso, algo que siempre he recordado fue cuando pasamos por Empalme de Guaymas, se me quedó bien grabado.

Recuerdo la cantidad de gente que había ahí, de braceros. Los trenes estaban llenos, los vagones de carga estaban exageradamente llenos de personas, pidiendo que les dieran de comer a la gente que pasaba por ahí. Nada más recuerdo haberlo visto en Empalme, a lo mejor porque era la parte donde pasaba la carretera por la estación. La gente estaba sobre el tren parado, los vagones estaban como abandonados, y ahí estaba toda la gente, ahí dormían y todo. Estaban como esperando a que llegaran a contratarlos para irse para el otro lado.

De mi familia nadie se fue de bracero. Mi papá vino como 2 años antes de venirse con nosotros, estuvo trabajando al otro lado en el campo. La primera vez que vino fue como en el 51, y no estaba la carretera de la Rumorosa a Tijuana, era terrecería. Para cuando nos vinimos todos ya había carretera, fue en el 54. No se si tenía pensado iniciar algo aquí o cruzar otra vez para allá, pero pues ya nos quedamos aquí. Aunque nací en Nayarit, yo no me considero migrante, soy más bien hijo de migrantes. Yo me considero de aquí, de Tijuana.

Los primeros tres días nos quedamos con una familia de allá de Nayarit, que vivían por la Av. Mutualismo. Después conseguimos una casa de renta ahí por la zona del río. Un año después cambiaron las casas de esa zona para acá, por eso aquí se llama Colonia del Río. Que según porque iban a empezar a hacer la canalización.

Como mi papá trabajaba de noche, y para acá todavía no había servicio urbano de transporte, nos cambiamos a otra parte allá por la zona norte., también con una familia de paisanos. Para acá nos vinimos en el 57, le compramos la casa a un compadre.

Cuando llegamos éramos 3 hermanos, Memo, Evelia y Yo. Juan y Rafa nacieron aquí. Mi papá siguió trabajando acá en Tijuana como músico, tocaba el tololoche con los conjuntos norteños de la plaza Santa Cecilia, el también hacía los tololoches y los vendía. Mi mamá era ama de casa, pero siempre fue muy luchona… sus hermanos trabajaban en una talabartería, y nos conseguían trabajos que hacíamos aquí en la casa.

Yo tenía 8 años cuando llegué, perdí un año de la escuela cuando nos vinimos. Fui la primer generación de la primaria Rodolfo Sánchez Taboada, la que está aquí en la colonia. Recuerdo que todavía no estaba terminada, había solo un salón para cada grupo. Acá en la colonia no había servicios públicos. El gobierno puso pilas de agua en cada cuadra, después se hizo eso mismo pero para cada terreno. Electricidad si había, muy poco transporte público, pasaban como 4 camiones al día. La colonia estaba lejísimos del centro, le decían la coyotera… para el lado de Otay no había nada, eran sembradíos de cebada.

Inicios de la actividad laboral, integración a Tijuana

Un conocido que era dueño de una tienda de curiosidades…

Me salí de la secundaria como a los 15 años, y me puse a estudiar inglés. Estudié con una señora que daba clases particulares aquí en la colonia Ruiz Cortínez. No recuerdo si ella había sido esposa o hija de alguien de relaciones exteriores, porque nos platicaba que había estado en muchas partes del mundo… Argentina, Guatemala, Nicaragua... Muy culta la señora, ya estaba mayor. También daba clases de piano y de pintura. Nos cobraba 25 centavos por clase. Íbamos mi hermano Memo y yo. Estuvimos yendo como un año. En ese tiempo aprendí lo básico para empezar a trabajar.

En la familia teníamos un conocido que era dueño de una tienda de curiosidades, con él empezamos a trabajar en eso. Memo se quedo ahí y yo me fui a otra tienda. Mis patrones eran mexicanos, su familia se había venido para Los Ángeles en tiempo de la Revolución, y después se vinieron para Tijuana. Eran de los pioneros de las curiosidades.

En aquel tiempo se vendían artesanías de cuero, de piel, bolsas, carteras, cintos, sillas de montar, había tiendas especializadas en eso. Había otras que vendían joyería, y aparte cosas que se hacían aquí, como monitos de yeso. Se vendía mucho el zarape o ropa típica de acá. El zarape se traía de Saltillo, se vendían algunos como sweters típicos. Casi no había ropa hecha aquí.

Aquí se hacían cosas de piel, cintos, carteras, macetas… y pues pinturas. Cuando estaba más chiquillo trabajaba en un taller de talabartería que tenía mi tío. Hacía bolsas, carteras… yo nada más hacía cosas muy sencillas, tipo maquiladora. También llegué a pintar figuras de barro.

Pues aprender, aprender… no creo haber aprendido…

Nunca me consideré pintor, simplemente hacia las cosas que se hacían como en serie. Ahí en la tienda donde trabajaba yo había un pintor, se llamaba Manuel Rivera, ése si sabia pintar, y yo le empecé a ayudar a restirar las telas y todo, y ahí aprendí de ver nada más, empecé a echar brochazos. Ya después hacia yo mis cuadritos y empecé a venderlos. De hecho deje de trabajar en la tienda para dedicarme a pintar.

Había muchos pintores. Ahí por donde yo trabajaba, en tres tiendas había pintores que eran buenos, que les llevaban una foto y la pintaban en terciopelo, un paisaje o algo. Si al cliente le gustaba, se lo llevaba, o si quería algo en especial, pues se lo hacíamos. Algunos pintores habían estudiado, algunos venían de san Carlos. Había varios que eran buenos, algunos si se consideraban artistas.

Si había algo de diferencia entre lo que ellos pintaban y lo que hacia uno, pero nada más nosotros lo notábamos, además de que nuestros cuadros eran más baratos. Cuando empecé a pintar, algunos pintores hacían como que se enojaban, que porque según uno le daba preferencia a vender los cuadros en vez de los suyos, además de que pues eran más baratos. Pero no… nada más hacían como que se enojaban, eran compas.

Mi hermano Memo me decía que yo no era pintor… No que no se que… Yo le decía: pues no, no se pintar, pero de eso vivo… y tu que sabes pintar no la haces de eso… Si, él pintaba más, pero se tardaba mucho y eso, o sea que los temas que yo saque se vendían más que los de él. Yo reconozco que él tenía más talento para pintar, pero a lo mejor yo tenía más suerte, o no se, pero mis cuadros se vendían más. Pero considerarme pintor, no, yo era un artesano…

Lo mío era más bien el paisaje…

Todos compraban cuadros, había para todos los gustos. Por ejemplo, los domingos que había corrida de toros, mucha gente llegaba de la corrida y pasaban a las tiendas, y pues ahí había muchos cuadros de toreros. La gente buscaba casi de todo. Había un cuadro que recuerdo que tuvo mucho éxito, era de los Cabos, otro era del puente de San Francisco…

También, había camaradas que se dedicaban a hacer desnudos, había muchos temas, de todo, de artistas que eran famosos. No llegué a pintar cuadros de celebridades, pero si me toco vender. En aquel tiempo se vendía mucho el de una cantante, Linda Roosvelt, era una cara con una rosa… había de varios artistas. Cuando salió la película esa, la de Encuentros Cercanos del tercer tipo, muchos se dedicaron a hacer eso, a pintar naves en el desierto y luces… se pusieron de moda un rato. También había imágenes religiosas, más bien Cristos. Había de diferentes tipos, con la corona de espinas… no recuerdo otras imágenes de ese tipo. Se vendían también cuadros de la virgen de Guadalupe, pero esa no era pintura, eran imágenes en marco y con vidrio.

Como comenté hace rato, yo pintaba junto con mi hermano Memo. Pintábamos más o menos lo mismo, pero el también pintaba caras y rostros. El hacia rostros de tigre, pintaba también mucho el de un guerrero con casco de oro, ese no recuerdo de quién es, pero se vendía mucho. Esas imágenes de indios tenían que ver con el movimiento chicano. Un vecino mío que también pintaba de esos temas, se le vendían mucho. Los vendía allá en el otro lado, y los que le compraban eran de ese movimiento. Un cuadro que buscaban mucho era de la leyenda de los volcanes, en donde esta el cazador tirando el arco. Pintábamos de todo, pero cada pintor se dedicaba a lo suyo… nos comentábamos todos los temas, cada quien sabía lo que pintaba y se le respetaba, nunca nos copiábamos.

Lo mío era más bien el paisaje. Era lo más fácil, era lo que salía… lo menos complicado y lo que se vendía más. Yo pintaba más bien cosas del mar, paisajes de mares. Tenía otras imágenes de desiertos o de aves. No hay una imagen que recuerde que me gustara más en especial, si me gustaba pintar, pero lo hacía como trabajo.

Es la ventaja que se tiene al pintar en terciopelo…

La ventaja del terciopelo es que se aprovecha el fondo negro, se pintaban solo las formas y los roces, era más lo que no iba pintado que lo que iba pintado. O sea que se aprovechaba más la pintura, pues como se puede ver ahí en las fotos. El material que se usaba era pintura de aceite Se fogueaba todo, y luego ya un pincel con tinher se borraba… y ya quedaba la figura.

Esa es básicamente la técnica. Llegué a pintar alguno que otro cuadro sobre lona pero no, no mucho. El material era fácil de conseguir, el terciopelo lo comprobamos por rollos. Primero, cuando recién empezamos, comprábamos por metro, como para 2 o 3 cuadros, y ya después con la demanda, comprábamos por rollos de 50 metros. Había mucha demanda.

Como puedes ver aquí todo esto es fondo negro, lo de la palmera también. O sea que primero lo fondeaba, y ya cuando lo hacia con tihner, subía todo el aceite de la palmera, y ya quedaban nada más las luces, es la ventaja que se tiene al pintar en terciopelo. Como ya tenía practica para hacerlo, me lo aventaba como una hora. Me tardaba mas o menos el mismo tiempo para pintar cualquier cuadro. Yo no copiaba de fotos, todos los paisajes me los imaginaba.

De cuantos cuadros alcanzaba a pintar en un día, pues depende lo carrereado. Por ejemplo, teníamos un cliente que venia cada 2 semanas y nos pedía varios cuadros, pero a veces por estar haciendo otros trabajos, pues nos tardábamos. A veces nos quedábamos hasta las 2 o 3 de la mañana para terminar lo que iba venir a recoger. Había otros que venían a comprarnos directamente a nosotros, y ya ellos los vendían allá en el otro lado, en los swap meet o en otras tiendas.

Allá al otro lado había tiendas que nos compraban directamente. Venían a buscar a un vecino que también pintaba, pero nunca se animó. Y pues me dijeron a mí, para eso les mostré unas pinturas mías, y pues les gustaron. Me dejó embarcado con un montón que ya le habían pedido y que las tenía que entregar ya. Al principio no me salían tan bien, pero ya con la práctica salían mejor.

Te venían a regatear…

La mayoría de los que venían a comprar eran americanos. Hubo tiempo atrás todavía donde casi todos eran puros del ejercito, digamos, marineros. Cuando estaba morrillo, que estaba todavía el puente México, antes de que trabajara en las curiosidades, me tocó ver así el pasadero de marineros que venían ahí a las cantinas… era algo continuo. Ya como a finales de los 70’s empezaron a llegar en autobuses tour’s de japoneses.

¿La interacción con los clientes? No se si todavía sea así, pero no nomás con los cuadros, con lo que se vendiera… O sea que los clientes ya sabían que no te iban a pagar lo que esta marcado en el precio, te venían a regatear. Llegaban a una tienda por una bolsa, digamos de 20 dlls… te daban hasta 100 pesos para empezar. Había clientes que veían algo en el otro lado a un precio, y si lo veían aquí y les gustaba, se lo llevaban a como estuviera. Las señoras… no era el precio que estaba marcado, pero la mayor parte era así. Que digan ¿cuanto vale? Pues que tanto, no que te doy tanto. Era un regateo… O sea que era una diversión para ellos, también para los que venían. Que por ejemplo para llevar una cartera te tardabas hasta una hora ahí regateando… era divertido.

Los precios de los cuadros…teníamos uno de 2 por 3 pies y lo teníamos a 6 dlls aquí a las tiendas. Nos gastábamos como 2 dlls de material y ya en las tiendas se vendía pues a como se dejaba el cliente. Lo más que llegaban a pagar por un cuadro eran 50 o 60 dólares. Al principio se vendía más, pero cuando empezaron a salir muchos, los tenía que dar más barato.

No solo se vendían los cuadros en la Revolución, había pasajes había en la calle 2da que después hicieron el mercado de artesanías. Yo le vendía a alguien que tenia un puesto en ese mercado, y a parte me iba los domingos a vender ahí en el puente. Ahí no vendía uno tanto, era más bien una forma de entretenerse y de relacionarse con otros pintores. Nos conocíamos todos, y sabíamos lo que hacía cada quien. No era tanto como una competencia, bueno algunos si, pero yo nunca lo vi así.

En aquel tiempo muchas de las tiendas se dedicaban a vender puros cuadros, eso pasó con la tienda donde yo trabajaba, aunque fue cuando yo ya me dedicaba por completo a la pintura y pintaba en mi casa. Yo conocía a los mismos clientes que compraban de mayoreo ahí en las tiendas, y pues me empezaron a comprar directamente, es cuando dejé la tienda.

Yo conocía a los de los burros…

En cada cuadra se ponía una carreta con su burro rayado ahí y su fotógrafo. Yo conocía casi a todos, guardaban las carretas y los burros en la calle 6. Entre la calle 5ta y 6ta había un callejón y ahí había un corral donde los guardaban ya en la tarde, cuando terminaban… parecía el viejo oeste, con las carretas y los burros…

En cada carreta trabajaban 3 más o menos. Uno hablándole a los clientes y otro era el fotógrafo, porque no eran cámaras como las de ahora, no quien sea lo sabía hacer. Entonces había uno que les hablaba a los clientes, les ponía su gorro, el zarape… y ya los retrataban. Y todos estaban desde la calle 2da hasta la 7ma donde esta el Jai Alai. En cada cuadra por cada lado había una carreta.

La tienda dónde yo trabajaba era el Pasaje Sonia, estaba por la revolución entre 4ta y 5ta, a un lado del hotel Caesars, y ahí a la pura salida estaba una carreta. En casi todos los pasajes había ahí afuera un conjunto de músicos tocando marimba… en ese tiempo se usaba mucho la marimba. Había también vendedores de juguetitos, relojes… había fotógrafos ambulantes que se metían a los restaurantes… Había muchos trabajos diferentes. Digamos, en los restaurantes había charoleros, que repartían la comida a todos los que trabajábamos ahí… Había boleros, también en cada cuadra también había uno o dos que se dedicaban a bolear zapatos.

Allá vendíamos en swap meets…

Ya cuando me había salido de la tienda, de todos modos iba los sábados y domingos, y ahí les ayudaba a mis amigos a vender. No recuerdo bien cuanto tiempo me dedique a esto de la pintura. Creo que empecé a trabajar en 1961, y empecé a pintar como en el 67… Y seguí trabajando en las curiosidades como hasta el 70, duré como tres años. Ya después iba a venderlos directamente. Y vendíamos los cuadros que pintábamos, y comprábamos los de otros como de caras, porque nosotros no pitábamos eso… y pues vendíamos de todo.

Allá en el otro lado vendíamos en swap meets. Yo iba con mis hermanos, Memo y Juan. Se tenía que ir uno desde la noche anterior para hacer cola, y a las 5 o 6 de la mañana que abrían, rentabas tu espacio y ya ponías tus cositas para vender. Era en cines al aire libre, y ahí donde estacionaba el carro, ahí se estacionaba uno. A veces se vendía bien, a veces no. En navidad casi siempre había más ventas. Teníamos que cruzar la línea para traer unos cuadros para venderlos por que uno solo no lo podía traer, rentábamos una jeep y ahí los traíamos y ya de los que vendíamos el fin de semana los reponíamos.

Así como empezó, se acabo…

Así como empezó se acabo… todavía se venden de ese tipo de cuadros, pero ya no en la misma cantidad que antes, fue como una moda. Uno de mis amigos pintores agarró un taxi otro, puso su propia tienda de curiosidades y así se empezaron a dedicar a otras cosas.

A muchos que vendían en el puente México, cuando lo iban tirar, empezaron a hacer manifestaciones, bueno, no manifestaciones, pero sí como bloqueos, al no quererse salir. Creo que a muchos les dieron terrenos acá por módulos en Otay. Yo no me metí en eso, no era muy alistado para esas cosas, además de que ya tenía casa. Después de que yo empecé a ir a los Ángeles y que me empecé a dedicar a lo de la recamara, ya me perdí, ya no me relacione casi con ellos… no supe que paso, cuando pusimos la mueblería ya no me quedaba tiempo.

También hubo un tiempo en el tiempo que se empezaron a vender mucho las cuestiones de herrería, se empezó a vender igual que muchas otras artesanías. Esos trabajos se hacían aquí mismo, ahí entre la revolución y segunda había un callejón donde había varias herrerías. Era así como la herrería que ves, pero de una forma más artística. Muchos de esos trabajos eran para casas del otro lado, o sea que muchos contratistas venían para acá a hacer pedidos.

Conforme se dejaron de vender los cuadros, empecé a trabajar en una fábrica de muebles. Yo hacía más o menos lo mismo, pintaba un tipo de recamara que no me acuerdo como le dicen, hacia adornos de ramitas de flores. De ahí me fui a otro lugar, y estuve buen rato. Eso ha de ver sido como en el 80, en la fábrica que yo estaba empecé a trabajar con un carpintero, después pusimos un taller.

Él hacía los muebles y yo los vendía. Yo me encargaba de comprar el material, de vender los muebles, de cobrar… recuerdo que le vendíamos a Muebles Coloniales, y a otras mueblerías de ahí de la zona del río. Si, me sirvió mucho lo que aprendí en la fábrica… Ahí conocí un a señor que traía espejos del otro lado; lo que pasa es que yo usaba mucho espejo para las recamaras… y pues también me dedique a eso.

Estaba en los dos trabajos, en la mueblería y en la fábrica, pero como me empezó a ir bien en la mueblería pues mejor me dedique a eso. Llevaba tiempo que trabajaba acá en la libertad, y para no andar de vuelta en vuelta, decidí poner un taller aquí cerca de mi casa, junto con mi hermano. Llegamos a tener varios trabajadores.

La diferencia de pintor a carpintero… de pintor pues se tiene la fama de que era algo clásico. Y de la carpintería… también… me da gusto ver la madera, ver los muebles… ahorita me da mas gusto la carpintería, me satisface más que la pintura.

Tal vez algún día vuelva a pintar…

En general tengo buenos recuerdos de la pintura, se ganaba bien, comparado con los demás trabajos era bueno, así compre la casa. La agarré en pagos, le abonábamos 1000 dólares al mes cada 3 meses. En aquellos tiempos nos la vendió creo en 18 mil dólares. Como quien dice la casa la pagamos con cuadros, el vendía varias cosas allá en el otro lado, principalmente cosas de cuero, y cada mes se llevaba cuadros para allá.

Y andaba uno a gusto, nos iba bien. En poco tiempo sacaba el trabajo, y a la vez tenía tiempo para los chiquillos, nos íbamos a la playa o cosas así, no tenía compromiso de horario… A veces, de vez en cuando, veía un programa en la televisión y miraba una casa con un cuadro mío en la pared. También me llegó a tocar ver mis cuadros en casas de algunos clientes ya como carpintero. Me la pasé bien a gusto todo ese tiempo, era diferente la vida… Tal vez algún día vuelva a pintar, ya que no pueda hacer lo de la carpintería…

Conclusiones

Los testimonios orales resultas valiosos no solo para la investigación histórica profesional, sino también para la gente común y corriente, que lejos del trabajo académico, se interesa por conocer la historia de su comunidad, de su gente. En este caso, hemos podido leer el relato de vida de un individuo, de su integración al medio social y económico de Tijuana, así como del proceso en el cual aprendió y se dedicó al oficio de la pintura.

La migración hacia Tijuana, las actividades económicas, las prácticas sociales y los oficios u ocupaciones, no son aspectos que puedan entenderse por separado. Todas estas son cuestiones que se encuentran ligadas entre sí, y que a su vez forman parte de un contexto más amplio. La historia de una ciudad no es sino la suma de muchas historias de vida que se entrelazan, y que convergen bajo un mismo tiempo y espacio.

Podemos conocer mucho sobre la historia de Tijuana al leer los libros provenientes de la historiografía profesional, pero también al escuchar los relatos y experiencias de los ciudadanos comunes y corrientes. Finalmente, la historia es la ciencia de los hombres en el tiempo6, y se ocupa tanto de los grandes personajes, como de los individuos ordinarios, que forman parte de una sociedad, y que a través de sus testimonios pueden ayudarnos a conocer el pasado, y la forma en que las sociedades van cambiando.

El presente trabajo busca poner una pieza más en el infinito rompecabezas que es la historia de nuestra ciudad. Pone las experiencias de un hombre al alcance de un lector, que posiblemente nunca tenga la oportunidad de hablar en persona con él como yo lo he hecho por años. Sin embargo, el lector puede igualmente ser tomar parte dentro del relato aquí contado, y acceder a lo que los que estudiamos historia le llamamos una fuente primaria.

Bibliografía

Aceves Lozano, Jorge E. “Un enfoque metodológico de las historias de vida” en De Garay, Graciela, coord. Cuéntame tu vida, Historia oral: historias de vida. México: Instituto Mora, s/d.

Alvarado Ledesma, Salvador. El comercio urbano en la ciudad de Tijuana durante la Segunda Guerra Mundial, 1940 – 1950. Tesis de Maestría en Asuntos Internacionales, UABC, 2005.

Bloch, Marc Introducción a la Historia, México: FCE - Tezontle, 1992.

Collado Herrera, Ma. Del Carmen. “¿Qué es la historia oral?” De Garay, Graciela, La Historia con Micrófono. México: Instituto Mora, 1994.

Piñera Ramírez, David, et. Al. “Tijuana de 1948 a nuestros días” Historia de Tijuana, Semblanza General. Tijuana: UABC, XI Ayuntamiento, 1985.

T. Robison, William Limited-Edition Black Velvet Portraiture from Tijuana, Mexico http://www.velvetpaintings.com/ (consultado el 5 de noviembre de 2008).

Zavala, Paco “Exposición pictórica en terciopelo negro” La prensa, San Diego. Febrero 2006. http://www.laprensa-sandiego.org/archieve/february03-06/negro.htm (consultado el 5 de noviembre de 2008).

__________ “Se hace Justicia a los pintores de la Avenida Revolución” La prensa, San Diego. Julio 2008. http://www.laprensa-sandiego.org/archieve/july11-03/pintores.htm (consultado el 5 de noviembre de 2008).

Zenteno, René "Del rancho de la Tía Juana a Tijuana: una breve historia de desarrollo y población" Estudios demográficos y urbanos vol. 10, no. 1 (COLEF 1995).

IIH UABC, Archivo de la Palabra. Historias de vida en la ciudad de Tijuana. C. Adrián Espinoza Casas, entrevistado por Pedro Espinoza Meléndez. 11/10/08. PHO-TJ / 1 (2).

__________________________. Historias de vida en la ciudad de Tijuana. C. Adrián Espinoza Casas, entrevistado por Pedro Espinoza Meléndez. 14/11/08. PHO-TJ / 2 (2)

miércoles, 3 de diciembre de 2008

La ganadería en Tecate Baja California: El toro cebú y su vinculación con el entorno local

Por Alfredo Ochoa Alamos


“Cuando me muera, como te agradecería
que pusieras en mi tumba, dos botellas
de mezcal…”
[1]


Introducción

Este proyecto, tiene como propósito principal, conocer los antecedentes históricos de la ganadería en la ciudad y municipio de Tecate Baja California, desde su concesión en 1833 hasta la actualidad, además analizar a grandes rasgos las características biológicas particulares del toro cebú, sus usos en la ganadería, costumbres y prácticas culturales en torno a esta especie; así como su vinculación y arraigo en las rancherías locales.
Tecate, es el cuarto municipio del Estado de Baja California, colinda al oeste con el municipio de Tijuana, al este con Mexicali y al sur con Ensenada, al norte limita con los Estados Unidos, específicamente con las poblaciones de Tecate California (Tecatito) y Dulzura, pertenecientes al condado de San Diego. La geografía y clima de Tecate, son muy característicos, ya que posee un clima conocido comúnmente como “mediterráneo”, pues se sitúa dentro de la franja del mar Mediterráneo ocasionando condiciones climáticas similares en los lugares que se encuentran dentro de esta línea alrededor del mundo. Las lluvias son escasas y su temporada es en el mes de enero; es decir durante el invierno, su clima es contrastante y extremoso, pues en los meses de diciembre a mayo se llegan a registrar bajas temperaturas acompañadas por nieve, agua nieve o granizo, mientras que en el verano se registran temperaturas muy altas. Estas condiciones climáticas se acentúan aun más, ya que Tecate se encuentra en una cañada, “cercada” por una de las montañas más representativas y sagradas para la comunidad indígena kumiai: el Cuchumá. El municipio, a pesar de no contar con ríos visibles, cuenta con corrientes subterráneas; su agua es rica en minerales y la forma principal de obtención es por medio de pozos. Por las condiciones antes descritas, las prácticas ganaderas pueden llegar a dificultarse en algunas temporadas del año, por ello, algunas especies se adaptan más que otras a las condiciones geográficas del municipio. El toro cebú, es un ejemplo de ello.

El toro cebú, es una especie que tuvo gran arraigo en España desde antes de la conquista, llegó a América en tiempos de la colonia y aun en nuestros días tiene una presencia importante en el centro y sur del continente americano. El cebú es un mamífero bovino parecido al buey, caracterizado por tener sobre el lomo una o dos jorobas, se caracteriza por ser de la familia de los rumiantes, y por sus prominentes cuernos formados por una prominencia del hueso frontal y una envoltura córnea. Por sus características propias, le permiten fácilmente adaptarse al medio y condiciones climáticas locales.
Considero que el toro cebú y la ganadería local, llegan a formar parte del patrimonio cultural del municipio de Tecate, pues ha formado parte importante en la historia del mismo y en el desarrollo de las actividades económicas de la ciudad a través de los años y las diferentes épocas. Esta especie, se inserta dentro del contexto de la ganadería, llegando a tener un gran significado ya sea histórico o emocional para todos aquellos pobladores de antaño y sus descendientes porque sus vidas se vieron y se han visto inmersas en este tipo de prácticas ganaderas. Tecate, es una ciudad con gran tradición ganadera, incluso, el escudo de armas del municipio, llegó a incluir la imagen del toro cebú en el frente inferior izquierdo, por considerársele elemento representativo de la ciudad. Motivos por los cuales, considero importante conocer y rescatar estos elementos que nos hablan de nuestro presente pero también de nuestro pasado.
Para mi, las prácticas ganaderas como tales y el toro cebú, a pesar de ser palpables y tangibles, considero que pertenecen al tipo de patrimonio intangible, ya que su desarrollo se ha efectuado no solamente tocándolo, comercializándolo o en las prácticas ganaderas como el rodeo y el herraje, sino en gran medida se ha preservado en el imaginario de la población, siendo uno de los referentes identitarios sociales locales más clásicos, creando un concepto muy particular de ellos, que en ocasiones podría parecer hasta romántico.
Antecedentes históricos

5 de mayo de 1926

Posterior a la Independencia de México respecto a España, en 1821, comenzó en la región de las Californias el proceso de secularización de las tierras misionales, que se intensificó con más fuerza después de la promulgación de la Constitución general de 1824; dicha secularización se llevó a cabo entre los años de 1822 a 1833, aproximadamente, por considerarse como concluida la labor misional[2] con los diferentes grupos indígenas del país. Los pocos ranchos existentes en manos de ex soldados que prestaron servicio en los presidios y misiones, comenzaron a consolidarse; algunos otros, comenzaron a formarse en las regiones más productivas y fértiles del actual norte de Baja California. Hacia 1830, un grupo político, militar y económico de gran importancia, situado en San Diego, entre los que encontramos a los Machado y Arguello, comenzó a solicitar predios en los municipios de Tijuana, Tecate, Ensenada y Rosarito, específicamente en los sitios donde se encontraban las misiones, ya que, como se mencionó anteriormente con el proceso de secularización, las tierras misionales comenzaron a concesionarse a diferentes personas, que así lo solicitaban. Es de esta manera que en 1833, Juan Bandini, obtiene del gobernador José María Echeandía, la concesión de la cañada de Tecate, para la agricultura, cría de ganado y la plantación de árboles frutales[3], concediéndole para tales fines cinco sitios de ganado mayor. Bandini, solicitó a la misión de San Diego un pie de cría de ganado e inició un proceso de transformación del lugar de tierras de indígenas salvajes (kumiai) a poblado a través de dos ejes; el primero de ellos el de la agricultura y el segundo el de la ganadería. Según menciona la Maestra Bibiana Santiago:

“El ganado era la más importante de las actividades económicas de los rancheros; la carne era la comida principal; con las pieles hacían sillas, zapatos y hasta bisagras; los cuernos daban protección coronando las bardas de adobe del pueblo de San Diego. La vía de comercio era con los mercaderes de los barcos que llegaban al puerto de San Diego procedentes de Boston. Las embarcaciones regresaban con cueros de ganado después de desembarcar perfumes, zapatos, bandas de seda, rebozos, ropa de lana y utensilios.” [4]

A partir de 1848, principalmente, a raíz de la fiebre del oro en California (Estados Unidos), muchos rancheros que se dedicaban a la cría y producción de ganado, fueron ampliamente beneficiados de este fenómeno conocido como los placeres de oro, ya que, los campos mineros comenzaron a demandar carne[5] en grandes cantidades, así como varios productos que son derivados del ganado vacuno. En este tiempo, además del rancho de los Bandini, se crearon algunos otros en Vallecitos, Valle de las Palmas, Nejí, Jacumé, San Valentín, Tanamá, Las Juntas y San Rafael, y donde los nombres de Jorge Ryerson, Rafael Serano, los hermanos Gilbert, y las familias Adams y González, se hicieron presentes en la actividad ganadera regional (Cabe destacar que varios de los ranchos y familias propietarias de los mismos, actualmente siguen poseyendo dichas propiedades y desarrollando actividades ganaderas, además de que su apellido son de gran renombre por su amplia tradición ganadera). Tal fue el impacto de la demanda de ganado, que para 1856, según se muestra en una relación regional de criadores de ganado vacuno en el Partido Norte de la Baja California, Juan Bandini tenía en su poder 800 cabezas de ganado, mientras que ganaderos como Jorge Ryerson contaban con 2, 500 cabezas de ganado, lo que me hace suponer, el gran auge ganadero y la demanda de esta actividad económica, durante la segunda mitad del siglo XIX.

Pasada la fiebre del oro en California, se encontraron algunas vetas en el Partido Norte, entre las que destacan Real del Castillo y Tanamá, motivos por los cuales, los rancheros tecatenses siguieron comercializando sus productos y ganado sin ningún problema, además, pese al establecimiento de la nueva frontera entre México y los Estados Unidos posterior al Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, los lazos familiares, económicos y comerciales, se encontraban estrechamente vinculados de uno y del otro lado de la frontera, por ello, se siguieron entablando compra ventas principalmente con el Puerto de San Diego.

Toro Cebú

Consideraciones finales


Sin duda alguna, las ganadería dejó y ha dejado de convertirse sólo en una parte de la actividad económica tradicional, sino que al pasar de los años, se ha ido transformando y enriqueciendo, pues posee un arraigo sumamente importante en esta ciudad y municipio. Esta actividad vive, convive y se preserva día a día, no sólo en los ranchos mencionados anteriormente, sino que se afirma y se presume en los bailes, bodas y quince años, en los desfiles y actos cívicos, y en fin en cualquier actividad social y cotidiana. Esta cultura ganadera es palpable, esta cultura donde los pantalones de mezclilla son Wrangler, se usa texana, y camisa de cuadros, sin faltar el cinto pitiado, y la hebilla de plata; que entre más grande sea, demuestra el respeto al campo y al ganado, pues constituye la fuente de vida e ingresos personales y familiares.


La ganadería, es una imagen muy frecuente en la ciudad de Tecate, esta imagen, se ha quedado grabada en la memoria social y sin duda alguna seguirá haciendo historia. Las prácticas ganaderas a la par con el toro cebú, son una fusión de elementos que no pueden y no deben dejar de lado al vaquero, quien es el encargado de transmitir este conocimiento a los más jóvenes; donde el amor a la persona amada se canta con la flor de capomo, de Carlos y José, la tristeza, el dolor y la soledad con no hay novedad, de Los cadetes de Linares y la nostalgia del pasado se recuerda con la botella, siempre y cuando sea la versión de Miguel y Miguel. Los amigos se reencuentran alrededor de la fogata, la barbacoa y la carne asada; los recuerdos surgen con el frío de las tecates, los niños se divierten con los potrillos y las mujeres confeccionan vestidos que serán usados por los jóvenes en los bailes de cuadrillas. La escena familiar se ve completada con los amigos, que debajo del olivo o el encino, alrededor de las pacas de alfalfa, se dan cita para escuchar al taca taca, es decir al conjunto norteño, quienes son los encargados de amenizar el encuentro con cruz de olvido o tragos amargos, y donde el silencio se verá rasgado por el acordeón y el bajo sexto.

La figura del toro cebú reúne a familiares y amigos, a propios y extraños, se le respeta y agradece, se le cuida y alimenta y junto con los demás animales del corral, constituyen un referente cultural con el cual varios vecinos de la ciudad nos podemos identificar e incluso sentir orgullosos.


Escudo de la ciudad de Tecate


[1] Araujo, Felipe Bermejo, La botella. Interpretada por Miguel y Miguel, 2004.
[2] León Velasco, Lucila del C. y Magañana Mancillas, Mario A., "El periodo misional, 1697-1849", en Samaniego López Marco Antonio (coord.), Breve Historia de Baja California, UABC, 2006.
[3] Ramírez López, Jorge, "Tecate", en Piñera Ramírez, David (coord.), Panorama Histórico de Baja California, Centro de Investigaciones Históricas UABC, 1983.
[4] Santiago Guerrero, Bibiana L., La gente al pie del Cuchumá; memoria histórica de Tecate, Instituto de Investigaciones Históricas UABC y Fundación La Puerta A.C., 2005.
[5] Jesús Ruíz, María, "Aspectos económicos en el Partido Norte, 1849-1888", en Velásquez Morales, Catalina (coord), Baja California; un presente con historia, tomo 1, Instituto de Investigaciones Históricas, UABC, 2002.

Bibliografía
1. Espinoza Valle, Víctor Alejandro, Don Crispín; una crónica fronteriza, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto de Cultura de Baja California, México, 2001.
2. Jesús Ruíz, María, “Aspectos económicos en el Partido Norte, 1849-1888”, en Velásquez Morales, Catalina (coord), Baja California; un presente con historia, tomo 1, Instituto de Investigaciones Históricas, UABC, 2002.
3. León Velasco, Lucila del C. y Magañana Mancillas, Mario A., “El periodo misional, 1697-1849”, en Samaniego López Marco Antonio (coord.), Breve Historia de Baja California, UABC, 2006.
4. Ramírez López, Jorge, “Tecate”, en Piñera Ramírez, David (coord.), Panorama Histórico de Baja California, Centro de Investigaciones Históricas UABC, 1983.
5. Santiago Guerrero, Bibiana L., La gente al pie del Cuchumá; memoria histórica de Tecate, Instituto de Investigaciones Históricas UABC y Fundación La Puerta A.C., 2005.

lunes, 1 de diciembre de 2008

El día de muertos en la construcción de identidades en Tijuana B.C. Un acercamiento a las costumbres fúnebres.

Por García Zapata Adriana y Torres Nodal Melissa


El 2 de noviembre, mejor conocido como Día de Muertos, es una celebración mexicana que tiene como propósito recordar y honrar a aquellas personas que han dejado de existir. La celebración comienza el 1de noviembre, pues es en esa fecha cuando se recuerda a los pequeños difuntos, es decir, a los niños que han fallecido; posteriormente, se rinde culto a los adultos finados, ofreciéndoles un altar a manera de ofrenda. Cabe destacar que la UNESCO en el año 2003 declaró a esta festividad como “Obra maestra del patrimonio cultural de la humanidad”, siendo un evidente ejemplo esta conmemoración como parte del patrimonio vivo de nuestro país y de otras partes del mundo.

Para conocer los antecedentes históricos, debemos remontarnos hacia la época prehispánica, en la que los antiguos pobladores del país ofrecían culto a la muerte, viendo a ésta como una dualidad con la vida y digna de recordar mediante rituales en los que se ofrecían ofrendas y obsequios a los difuntos. No se debe olvidar que esta celebración es parte de un sincretismo religioso, con raíces indígenas y españolas, y que con el paso del tiempo, fue convirtiéndose en un patrimonio de la humanidad, y otorgándole una identidad a cada una de las comunidades que la han tomado como parte de su cultura.


Objetivo

Este trabajo tiene como objetivo realizar un estudio en torno a las costumbres fúnebres realizadas el 02 de noviembre, día de muertos en los distintos lugares de la ciudad de Tijuana. Con la finalidad de establecer los vínculos entre la muerte y el mexicano, logrando analizar el proceso de formación de identidades y llegar a la concientización de la sociedad, rescatando el día de muertos como patrimonio cultural intangible que necesita ser estudiado y valorado. Es de nuestro interés rescatar la importancia de las tradiciones mortuorias a través del día de muertos, pero sobre todo resaltar su papel dentro de la sociedad mexicana, papel que se ha ido construyendo con el paso del tiempo y que estudiaremos a continuación.

Antecedentes Históricos

México Prehispànico

En el México Prehispánico la muerte era concebida como una dualidad con la vida; los antiguos pobladores del país no tomaban en cuenta el modo de vida de la persona que moría para determinar su destino eterno, sino que la forma en que había muerto era clave para poder saber a qué lugar iría dicha persona.

Al igual que ahora, los aztecas celebraran a los muertos pequeños y a los grandes en dos diferentes fechas, haciéndoles un culto a manera de ofrenda, y tenían una gran cantidad de dioses que se relacionaban con la muerte.

Tumba Prehispánica en Veracruz adornada con flores de Cempasúchil. Colección de Adriana García. Fotografía tomada el 5 de noviembre en Veracruz.

México Independiente

El Nuevo Estado Mexicano se empeñaría en secular a la sociedad y el gobierno de la Iglesia, limitando de esta manera la influencia eclesiástica. La iglesia estipulaba que al morir la persona ésta debía estar cerca de Dios y por ello los entierros se realizaban cerca de las iglesias, conventos o campos santos.

Empezaron entonces las costumbres de adornar las tumbas con flores y velas, visitar los panteones el día 1 y 2 de noviembre. La gente de clase alta solía visitar panteones por la mañana y los pobres por la tarde. La muerte adquirió un tono más festivo; calaverita de azúcar, esqueletos de almíbar, muertecitos de mazapán y pan de muertos comenzaron a formar parte del tradicional día de muertos.

Por su parte paz manifiesta que en esta etapa en donde con el advenimiento del catolicismo el sacrificio o idea de salvación se hacen personales, el cristianismo plantea a la muerte como el salto entre dos vidas. Y después de la independencia comienza la muerte moderna, en dónde se le ve como un fin inevitable, el fin de un proceso natural.

José Guadalupe posada fue el precursor del movimiento nacionalista de la época en las artes plásticas con 20 mil grabados en donde las calaveras eran interpretadas por gente común en la vida diaria y como caricaturas políticas llenas de sarcasmo. Plasmó en sus dibujos el imaginario colectivo mexicano y por ello se influenciaron personajes como Rivera, Orozco y Méndez.


La Revolución

La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida. Tras el porfiriato y el sufrimiento del campesino la revolución se muestra desafiante: “si me han de matar mañana, que me maten de una vez”. La muerte mexicana es estéril, no engendra como la de los aztecas o cristianos. De acuerdo a paz existen dos actitudes frente a la muerte, la que va hacia adelante, que se refiere a la muerte como creación de otra vida y la de regreso, que se refiere a la nada y simplemente la nostalgia del limbo.

La obra mural de Diego Rivera está plasmada en los muros de los patios Principal y de Juárez del edificio central de la SEP. Se pueden observar personajes característicos de la época revolucionaria: El obrero, el campesino, el revolucionario, etc, al igual que la sociedad de aquellos años .

En la actualidad el Día de muertos se festeja el 2 de noviembre, en donde los panteones están repletos de flores, velas y personas que visitan a sus familiares muertos. Por otra parte los dulces, comida y festejos se realizan como un intercambio en la sociedad; los alteres de muertos son una muestra de la tradición del pueblo mexicano.













A pesar de ser una tradición milenaria, el Día de Muertos sigue teniendo un impacto enorme en nuestra sociedad, aunque claro está, ha ido adaptándose a las condiciones actuales de nuestros tiempos. En la fotografía de la izquierda podemos observar un ejemplo de un altar de muertos, y en la fotografía sucesiva observamos cómo las flores adornan el campo santo en esa significativa fecha. Colección de Adriana García y Melissa Torres.

El Día de Muertos en Tijuana

En el caso específico de Baja California, en primer lugar tenemos a la tardía colonización del territorio de la antigua California y en 1848 con el término de la guerra contra Estados Unidos se fragmenta a la sociedad; Tijuana se establece como zona fronteriza y desarrolla formas culturales diferentes a las de las otras regiones del país. A Partir de los años 20 empiezan las grandes migraciones del centro del país hacia Estados Unidos, la ciudad se va convirtiendo en una zona de cruce para las familias mexicanas y en ese mismo año con la ley seca promulgada en el país vecino el turismo norteamericano comenzó a fijar su atención hacia este territorio y permitió un intercambio cultural.

Ya para 1960 Las migraciones del centro hacia Tijuana permitieron el crecimiento de la población y el desarrollo de identidades fronterizas, fue entonces que las costumbres y tradiciones de las familias migrantes se adaptaron al nuevo espacio y desarrollaron su propia cultura, aquí es donde tradiciones como el día de muertos continuaron festejándose aunque con rasgos distintivos a los del resto del país. Fue adquiriendo una importancia al formar parte del imaginario colectivo regional e indispensable para el reconocimiento del mismo.


Así luce el panteón Jardín de la ciudad de Tijuana el Día de Muertos. Colección de Melissa Torres. Fotografía tomada el 3 de noviembre en Tijuana B.C.




El panteón municipal también es testigo de las numerosas ofrendas hacia los muertos, aunque de una manera más humilde.
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Bibliografía

-Fuentes, David. “Caracterización social de la muerte violenta en la frontera norte de México”. Mexicali, Baja California: Universidad Autónoma de Baja California, 2007.

-Gruzinski, Serge. “Introducción a la historia de las mentalidades”. Seminario de historia de las mentalidades y religión en el México Colonial. México: INAH, 1975..

-Matos, Eduardo. “Muerte a Filo de Obsidiana”. México, F.C.E, 1975.

-Paz, Octavio. “El laberinto de la Soledad. Posdata Vuelta al Laberinto de la Soledad”. México: F.C.E, 1950.

-Zárate, Verónica. “Los Nobles Ante La Muerte”, en México. Actitudes, ceremonias y memorias. México: COLMEX, 2005.

-Zarauz López Héctor L. “IV La evolución del día de muertos”, en La fiesta de la muerte. México: FCE, CONACULTA, 2003.

Complementaria

-Málishev, Mijaíl. “El sentido de la muerte”, en Ciencia Ergo Sum. Revista Científica Multidisciplinaria de la Universidad Autónoma de México. Vol. 10, Núm. 1, 2003. http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=10410106, consultado el 14 de Mayo de 2008

-UNESCO. “Día de Muertos”, en http://www.pueblosmexico.com.mx/articulo_pueblos.php?id_article=141, consultado el 18 de noviembre de 2008.

Historia de una proeza: Jai Alai

Por José Manuel Hernández Chávez , Bernardo Mejía Sánchez y Antonio Jair López Sánchez


Presentación

En este trabajo tratamos de difundir el edificio denominado Jai Alai localizado en: Ave. Revolución, entre calle séptima y octava, hay que mencionar que anteriormente se llamaba Frontón Palacio de Tijuana y actualmente llamado Foro “Antiguo Palacio Jai Alai”, esto por el cambio de empresas dirigentes. Como primera parte exponemos del porque nosotros lo consideramos un bien patrimonial para la región, exponiendo también una breve reseña de su marco histórico: como sus actividades, fundadores y su importancia para la ciudad de Tijuana. Finalmente mencionamos su actual utilización como centro cultural y de entretenimiento.

En este apartado nos proponemos dar una breve justificación del por qué considerar al Jai Alai un patrimonio cultural. Para esto hay que tomar en cuenta lo joven que es la ciudad y la carente acumulación de bienes patrimoniales que se ha dado.

Ahora bien, uno de las cosas por las que es representativa Tijuana es la gran movilidad de personas que existe en la región, ya que unos llegan y otros se van (la mayoría se queda un breve tiempo). Tomando esto en cuenta, hay que plantear que los individuos que están presentes en la región no ven como símbolo de pertenecía al edificio, ya que al seguir este funcionando se crean una concepción de él diferente a las personas que conocen su valor histórico.

Así pues, en el trabajo tratamos de crear una idea de la relevancia del edificio y la manera en que este podría sobre salir, ya que si bien existen otros inmuebles más o menos de la misma edad que éste, hay que tomar en cuenta la interacción y la manera en que se forma su simbolismo. Ya que no es lo mimo hablar de una vecindad a un edificio donde se generan actividades dirigidas hacia la región, sin embargo aquí no trataremos de ver los diferentes factores y conceptos discursivos, como lo es la mercantilización de bienes patrimoniales, que influyen para la valorización e importancia del patrimonio cultural.

En consecuencia es importante, no solamente en el caso de Jai Alai si no de cualquier otro símbolo patrimonial, difundirlos para la creación de de una identidad que permitiera la interacción entre ciudadanos, aunque no contemos con un pasado común. Ya que con la creación de “estos espacios son fundamentales para la comunicaci6n entre los vecinos, la sistematización de las experiencias colectivas y la socialización de lo aprendido en ellas”. [1]

Por otra parte, partiendo desde un punto de vista arquitectónico, arqueológico, histórico, artístico, científico, el Patrimonio Cultural Tangible Inmueble ésta compuesto por todos aquellos sitios, lugares, zonas que puedan brindar a cada nación una identidad propia, que los caracterice de las demás culturas del mundo, haciendo nítida a cada una de ésta.

El Frontón Palacio Jai Alai, consideramos que cuenta con características que lo ubican dentro del Patrimonio Cultural Tangible Inmueble. Ya que posee una arquitectura un poco desacostumbrada de origen morisco, perteneciente a los países árabes, que hace de esta edificación única e inigualable en esta ciudad tan peculiar.

Tanto las construcciones gloriosas como el hombre compartimos un terreno, un espacio vital entre el cielo y la tierra donde ambos nos necesitamos del uno al otro para trascender en la vida. Nosotros no perduraremos como lo harán los inmuebles, pero, sin nosotros, ellos no mostrarían, no expusieran ese esplendor de mostrar, de transmitir la historia del lugar del que son oriundos y que representan.

Contexto y Antecedentes

Ya para el año de 1940 Tijuana había sufrido una serie de cambios dentro de su infraestructura, ya que se hace notorio el aspecto embrionario de una ciudad quedando atrás aquel aspecto rural y en sí las diferentes funciones que conllevan el ser simplemente un pueblo. Todo esto a consecuencia de que en la década de los 20’s Tijuana se ve envuelta en un sorpréndete crecimiento económico, gracias al desarrollo de un turismo eficiente para los estadounidenses

Por otra parte, a nivel nacional se vivía un estancamiento económico. Por lo que Cárdenas tenía que impulsar una serie de reformas para reactivar la economía agrícola – que llevarían el nombre del Plan Sexenal-. Ahora bien un cambio del PNR a PRM , vendría a modificar ciertas estructuras en el orden de agrario – ya que con ella se implementaba una repartición de tierras- trayendo como consecuencia beneficios para los campesinos y más que nada a los comerciantes; ya que con esto se habitarían secciones de tierra generando un mayor numero de consumidores.

Así pues, durante la construcción del Frontón en los años 30’s, en Tijuana se generan acciones moralistas que afectarían a varios centros de entretenimiento – principalmente el cierre del Hotel Agua Caliente y de los casinos de la avenida “A” (Ahora mejor conocida como Avenida Revolución). Estas diferentes acciones crearían una serie de manifestaciones por parte de los empleados que fueron despedidos por el cierre.

Otro de los sucesos que repercutirían a la región es la entrada de los Estados Unidos a la Segunda Guerra, ya que con esto se reactivaría en mayor medida la economía. Debido a que los marines al llegar a la base naval localizada con proximidad a la frontera, requerirían de servicios para su disfrute – dándose la oportunidad de ofrecer nuevos servicios. Por otra parte, con el temor de un posible ataque por parte de las tropas japonesas por el lado del pacifico, en la región se organizan para integrar un grupo de defensa, que estaría constituido principalmente por personas simpatizantes con la CROM y el PNR.

Si bien en toda esta historia de Tijuana se va manejando una serie de acontecimientos que son importantísimos para la ciudad, es también necesario comentar lo que sucede en la vida cotidiana. Ya que (como lo comenta José Gabriel Rivera) se debe tomar en cuenta a las personas que construyen y dan forma a todos eso bares y avenidas representativos de la entidad. Así pues durante este tiempo histórico en la región se da el aumento de población de una manera desenfrenada - tan solo en 1921 solo se contaron 1128 habitantes y para 1930 ya había 11 mil 271 habitantes- por lo que se puede entender que ese gran numero de habitantes no solo se mantendrían del turismo si no que verían la manera de obtener ingresos y poder así obtener bienes.

De tal manera que al tener una vida estable (económicamente) las personas tendrían el interés del querer desarrollar una nueva serie de actividades, que conllevarían la interacción entre los habitantes: ya fueran actividades culturales, sociales, banquetes o deportes. De tal manera Pedro Ochoa lo plantea como “la conquista de los espacio culturales en Tijuana…casi la historia de una proeza… [Ya que] fue la proeza de unos pocos, que no se conformaron con que la ciudad fuera vitrina, ni puerto clandestino, ni un colectivo humano, sin rostro ni espíritu reconocible.” [2]

Es por eso que en la región se desarrollaría una serie de encuentros deportivos , éstas eran observadas en un principio desde las gradas por la comunidad tijuanense. Entre los deportes que eran practicados se encuentra: el beisbol, fútbol, golf, natación, basquetbol y el softbol - lo cual menciona José Gabriel Rivera en su artículo “La formación de vínculos comunitarios y agrupaciones de la sociedad civil en Tijuana” basándose a su ves él del historiador José Armando Estrada Lázaro- ya que al estar localizado en un punto fronterizo se ve influenciado por los deportes practicados en su nación vecina (Estados Unidos). [3]

Entre los equipos que más destacan durante la década de los 30’s y 40’s, en primer lugar se encuentra el equipo llamado “Molino Rojo” (propiedad de Yasuhara propietario del bar del mismo nombre del equipo- éste equipo serviría para que jóvenes tijuanenses formaran sus propio equipo (“Los Tigres”). Para el año de 1934 se funda el equipo llamado “Los Preseros” – el cual se encontraba formado principalmente por trabajadores de la presa Abelardo L. Rodríguez-.

Sin embargo los deportes en sí no contaban con un recinto propiamente diseñado para la práctica de él, por lo que los deportistas tendrían que jugar en canchas de escuelas – por ejemplo los encuentros de basquetbol se realizaban en la escuela Miguel F. Martínez (zona centro).

Así pues, durante este contexto en 1930 Don Mariano Escobedo Gonzales inicia con el proyecto Frontón Palacio, donde se llevaría a cabo un deporte llamado Jai- Alai. El proyecto de construcción fue llevado a cabo por el arquitecto Hoffman – radicado en San Diego- según se menciona que para la construcción del edificio se utilizo cemento importado desde Holanda.

Escobedo tenía contemplado tener concluido y abrir sus puertas al público para el 4 de julio de 1935, sin embargo debido a la prohibición del presidente de la república Lázaro Cárdenas hacia los juegos de azar, tanto la obra como el papeleo legal quedó inconcluso. Así como también afectaría la crisis económica quedando la propiedad embargada – donde se desarrollaba la construcción- por tener un adeudo de 15 mil dólares que no podía saldar. Pero Escobedo no perdía el interés por lo que decide irse hacia la capital de país donde crearía un restaurante (California Buffet) el cual le serviría para reunir fondos para reiniciar la construcción del Frontón.

Finalmente para el 28 de febrero de 1947 el Frontón abrió sus puertas hacia los espectadores del juego Jai- Alai, se dice que las 2, 100 butacas no daban abasto para acomodar a los espectadores. La gerencia quedo a cargo de Kurt Honold, un amigo que Escobedo conocería en el tiempo que se encontró en la capital del país.

El 21 de marzo de 1957 el Frontón Palacio Jai Alai sufre un accidente en su cocina, ocasionado por un incendio el cual modifica las estructuras del edificio. No fue hasta el 22 de octubre de 1957 cuando nuevamente abre sus puertas haciendo diferentes cambios en su estructura, el restaurante ahora contó con servicios de bar y sanitarios. El café Jai Alai también abrió sus puertas en 1968 a todo el público en general. Toda esta clase de actividades ocasionaron una creciente productividad económica que trajo consigo fuentes de empleos. A medida que el Frontón Palacio Jai Alai creaba diferentes servicios el mismo lugar reunía a personajes y celebridades de la época.

La creciente productividad fue ocasionada principalmente por el turismo norteamericano quien fue una fuente eficaz para el desarrollo del establecimiento y una creciente economía que beneficiaba a la ciudad Tijuana, las actividades que se desarrollaban dentro del establecimiento eran: el juego de pelota, el servicio de bar, restaurant, el sistema de apuestas y amplias butacas en donde se podía disfrutar cómodamente del juego.

Los diferentes precios de admisión para el establecimiento se rodeaban entre los 2.50 de dólar hasta los 5.00 de dólar. El edificio abría diariamente a las 7:00 pm en donde había varios juegos que por lo general eran torneos entre diversos grupos que se dedicaban al deporte del Frontón.

La actualidad

Frontón palacio de Tijuana es un inmueble simbólico pues representa parte de la historia de una ciudad técnicamente joven, así mismo demuestra que tiene lugares y partes que la hacen única y por lo tanto que tiene presencia dentro de su vida social. Es importante decir, que Frontón palacio Jai Alai ha tenido diferentes transformaciones a lo largo de su historia, esto hace notar la trascendencia que tiene a lo largo de las varias décadas. Por esto mismo, el simbolismo y lo que representa para Tijuana ha perdurado mucho más en la memoria de los residentes de Tijuana como un lugar estratégico justo en el centro de la avenida revolución.

En 1998 el Frontón Palacio Jai Alai cierra sus puertas, atrás quedaron las apuestas y los juegos de pelota para dar inicio a un centro cultural en donde los eventos de tipo cultural juegan ahora un papel importante para darle vida a un edifico que por más de 61 años ha permanecido como referencia para los tijuanenses. Después de una restauración de algunas partes del inmueble ahora el edifico cuenta con un funcionamiento para recibir exposiciones, conciertos y eventos de tipo cultural que mantengan viva la presencia del Palacio Jai Alai.

El significado de este edifico va más allá de su utilidad actualmente, aunque es importante decir que ha tenido ahora una aceptación y ha sido punto de referencia de jóvenes, adultos y niños que día a día visitan este lugar. Muchas de las antiguas estructuras del edificio se conservan dándole una importancia a un inmueble que se construyó en 1947.

Es importante destacar que gran parte de la gente no le da importancia a lugares históricos porque desconocen del lugar o porque simplemente han sido edificios que no han tenido un significado tan fuerte para muchas otras personas y por lo tanto ahora se derrumban. La creación de lugares y su continua difusión crean un ambiente apropiado para conocer la historia de nuestra región. Palacio Jai Alai afronta ahora el reto de darse a conocer no tanto por simple nombre que todos vemos en su estructura sino por su historia y las repercusiones que tiene como símbolo de nuestro patrimonio cultural.


Wuster Construction Company erecting the Fronton de Tijuana Jai Alai building in Tijuana, Mexico. [4]


La estructura del Frontón Palacio Jai Alai. [5]


La arquitectura del Frontón es de influencia árabe, de estilo morisco. [6]


El Frontón Palacio Jai Alai abrió sus puertas en 1947. Gracias a Don Mariano Escobedo González.[7]

[1]Amparo Sevilla, “Patrimonio cultural y movimiento urbano popular”, Estudios sobre las Culturas Contemporaneas II, num. 006 (noviembre 2008): 1989.

[2] José Gabriel Rivera, “La formación de vínculos comunitarios y agrupaciones de la sociedad civil” en Tijuana: Senderos en el tiempo, por Mario Ortiz y Fco. Manuel Acuña Borboña, coord. (Tijuana: XVII Ayuntamiento, 2006), 270.

[3] Marco Antonio Samaniego López. Breve Historia de Baja California. (México: Miguel Ángel Porrúa, 2006).

[4] Online Archive of California, página de Internet consultada en http://content.cdlib.org/ark:/13030/kt8g5021vw/?brand=oac, accesada el 27 de Noviembre de 2008.

[5] Skyscrapercity, página de Internet consultada en http://www.skyscrapercity.com/showthread.php?t=231870&page=2, accesada el 27 de Noviembre de 2008.

[6] Usemenow, página de Internet consultada en http://www.usemenow.com/web-log/archives/2005/12/jai_alai_palace.html, accesada el 27 de Noviembre de 2008.

[7]Mybajaguide, página de Internet consultada en http://www.mybajaguide.com/spa/destinos-historia-de.php?id=1amp;id_rest=24, accesada el 27 de Noviembre de 2008.

Bibliografía
Lozano García, Raúl. Frontón Palacio Jai Alai ensayo histórico. México: Editorial Centenario,
Rivera, José Gabriel. “La formación de vínculos comunitarios y agrupaciones de la sociedad civil en Tijuana”, en Tijuana: Senderos en el tiempo, por Mario Ortiz y Fco. Manuel Acuña Borboña, coord. Tijuana: XVII Ayuntamiento de Tijuana, 2006.
Samaniego López, Marco Antonio. Breve Historia de Baja California. México: Miguel Ángel Porrúa, 2006.
Sevilla, Amparo. “Patrimonio cultural y movimiento urbano popular” Estudios sobre las Culturas Contemporáneas II, núm. 006 (noviembre 2008): 1989